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lunes, 1 de mayo de 2023

LOS KENNY LLEGAN A VENADO TUERTO


Las hojas secas
cubren en abundancia
el camino de los recuerdos
James Joyce

Mis antepasados 

Antes de relatar lo poco que sé de mis ancestros, debo decir que no conocí a ninguno de mis abuelos. Los paternos -radicados en Irlanda- fallecieron en la primera mitad del siglo XX; mi abuela Ellen O’Reilly en 1905 y mi abuelo Peter Wallace en 1941. En tanto que mis abuelos maternos: Juan Kenny y Catalina Hevey, ambos nacieron en la Provincia de Buenos Aires en 1855 y fallecieron en Venado Tuerto en 1926 y 1944 respectivamente. Dicho esto, y a modo de introducción, diré que este trabajo se basa en fechas reales y crónicas orales que, si bien no se ajustan a la rigurosa realidad, ilustran de qué manera mis abuelos y sus hijos se las arreglaron en la inhóspita llanura pampeana cuando llegaron en 1885, apenas un año después de la fundación de Venado Tuerto. Entonces ejercía su segunda presidencia de la república Julio Argentino Roca (1880/1886).

Los primeros Kenny en Venado Tuerto

Los primeros Kenny que llegaron a Venado Tuerto fueron los hermanos Juan y Santiago. Juan, mi abuelo, llegó en 1885 y Santiago alrededor de 1900 y se radicó en la zona de Sancti Spíritu. Fueron sus padres Nicholas Kenny y Anne Casey, ambos nacidos en Irlanda en los años 1810 y 1813 respectivamente. Llegaron a la Argentina el 07 de abril de 1847 en el buque “Sardinia” (Sardegna) procedente de Liverpool (Inglaterra). Fallecieron en Conesa, pequeña población de la provincia de Buenos Aires; Anne el 16 de agosto de 1898 y Nicholas el 29 de noviembre de 1900. Tuvieron cuatro hijos, tres varones y una mujer: Bernardo, María, Santiago y Juan. Bernardo falleció soltero, María contrajo matrimonio con Cristóbal Ryan, Santiago con Helena Healion y Juan con Catalina Hevey. Los tres tuvieron descendencia.

Mis abuelos Juan Kenny/Catalina Hevey

Según las crónicas de la época y la documentación recopilada por historiadores, mi abuelo fue uno de los que integró el segundo grupo de viajeros que llegó a Venado Tuerto en diciembre de 1882 [1]. El contingente, liderado por Eduardo Casey, estaba compuesto por personas que aspiraban a la compra de tierras donde afincarse. Entre los viajeros, además de inspectores de suelos e inversores, estaba el flamante director del periódico de la comunidad irlandesa “The Southern Cross”, Michael Dinnen, un maestro irlandés de 43 años que en 1880 se radicó en Buenos Aires después de ejercer la docencia en Chile.

Los datos de ese viaje revelan que mi abuelo era el más joven del grupo, tenía 27 años y había contraído matrimonio el 03 de febrero de 1880 con Catalina Hevey en Mercedes, Prov. de Buenos Aires. A todo esto, Don Juan Downes -un irlandés de 55- había comprado una fracción de campo a Eduardo Casey, de las 72 leguas que éste adquirió en subasta pública a la firma consignataria Adolfo Bullrich. La intención de Downes era fraccionarla entre pequeños ahorristas de la comunidad irlandesa, conforme el proyecto colonizador de Casey. Fue así como mis abuelos le compraron media legua a Downes, donde se establecieron en 1885.

La fracción de campo que compró mi abuelo correspondía al distrito Venado Tuerto, pero a partir del 03 de septiembre de 1892, pasó a pertenecer al distrito San Eduardo. El camino que divide ambos distritos (Venado Tuerto/San Eduardo) es el que conduce al conocido “puesto blanco” de la estancia “La Británica”, de Alejandro Estrugamou, ubicado en la esquina Norte del establecimiento rural

Mi abuela Catalina

Catalina auxilió a sus padres en la construcción familiar de los Hevey. Desde muy niña, ella asistió a su hermano Michael, que nació ciego, y logró que se desenvolviera por sus propios medios, sin la ayuda de terceros. Michael hacía trabajos manuales en marroquinería, tan indispensables para los trabajos rurales, entre otros menesteres, mientras sus hermanos, Catalina, Juan, Julia y Ana eran instruidos por maestros rurales. Sin dudas, Catalina era una mujer de tomar decisiones rápidas. En las fotografías se la ve de ceño adusto, lo que la define como una persona muy severa y de pocas palabras. Este carácter, se reflejó en algunos de sus descendientes, mientras que, en otros, se percibe el carácter sereno de mi abuelo Juan, como lo veremos más adelante.

Juan Kenny y Catalina Hevey

Centrándome en la personalidad de mi abuela, según he podido deducir, cuando su padre Michael Hevey emigró a la argentina alrededor de 1839, se instaló en Buenos Aires y abrió una casa de pensión. Hay un dato interesante de John Brabazon en su diario publicado en un libro que tradujo el Dr. Eduardo Coghlan: “Andanzas de un irlandés en los Campos Porteños”. En esos apuntes, Brabazon describe su llegada a Buenos Aires en 1845: “Después de una travesía de tres meses desde Kinston, en Irlanda, llegué a Buenos Aires del 12 de diciembre de 1845 en el bergantín “Filomena”. Anclamos en la bahía exterior y al día siguiente desembarcamos, llegando en un bote hasta la playa. Después subimos a un carro que tenía los costados hechos de junco que nos llevó a una casa de pensión, que era de un tal Michael Hevey. Allí se nos unieron mi hermano y otros amigos irlandeses”. Michael Hevey había nacido en Ballymore, Irlanda, en 1819 y en 1847 contrajo matrimonio con Brígida Rourke en la parroquia Nuestra Señora de Balvanera, para luego trasladarse a Suipacha, Provincia de Buenos Aires, donde se unió a la familia Rourke. En las genealogías irlandesas, minuciosamente recopiladas por Coghlan, figuran dos Michael Hevey. Uno de ellos era mi bisabuelo, me atengo a las fechas que distinguen uno de otro: Mi bisabuelo nació en 1819 en Ballymore (Irlanda), mientras que su homónimo nació en 1851, también en Irlanda.

Por otra parte, la familia materna de mi bisabuela, los Rourke, emigraron al río de la plata con el propósito de invertir en la argentina el capital obtenido de la venta de sus granjas en irlanda. Fueron parte de aquellos granjeros que optaron por esta medida ante el mísero pago que el dominante imperio británico pagaba por sus cosechas.

Patrick Rourke Clavin, llegó a la argentina en 1847 y fue uno de los primeros compradores de tierras en Venado Tuerto. Contrajo matrimonio con Julia Kenny, la que tuvo el privilegio de conocer personalmente al Almirante Brown cuando éste, junto a su familia, regresaba a la Argentina en 1849. Mi bisabuela materna Bridget Rourke Clavin, era hermana de Patrick, por lo que quiero significar que había una relación directa entre los Rourke y los Hevey a partir del casamiento de Bridget Rourke con mi bisabuelo Michael Hevey. Por lo que se desprende, es muy posible que los Hevey hayan sido parte (socios) en la adquisición de la media legua de campo que mi abuelo Juan (según la documentación obrante en los legajos sucesorios) le compró a Juan Downes. 

Versiones familiares, aseguran que mi abuelo no estaba muy entusiasmado con el emprendimiento, más bien era mi abuela Catalina la que resolvió desafiar el destino. Emprendieron el viaje desde Arrecifes en 1885; lo hicieron arriando su hacienda y dos carretas con las herramientas de labranza y enseres domésticos, además de sus tres hijas: Brígida (4 años), Catalina Ana (3 años) y María “Molly” (1 año).

También fueron de la partida mis bisabuelos Michael y Brígida Hevey, padres de mi abuela Catalina y sus hijos solteros Michael, Juan, Julia y Ana Hevey. 

Estos son los datos de mis bisabuelos maternos Hevey/Rourke: Michael Hevey Browne, nació en 1819 en Ballymore y falleció el 15 de noviembre de 1899; Bridget Rourke Clavin, nació en 1827 en Miltown, Co.Westmeath y falleció el 26 de septiembre de 1894. Sus hijos: Miguel nació en Ranchos en 1851, ciego de nacimiento, falleció el 19 de julio de 1924; Juan nació en 1858 y falleció el 29 de agosto de 1901; Julia nació en Mercedes en 1863 y falleció el 23 de septiembre de 1919; Ana “Anita” nació en 1866 y falleció el 27 de julio de 1940 y finalmente, mi abuela Catalina que era la segunda de la familia y la única que contrajo matrimonio. Todos fallecieron en Venado Tuerto. Julia tenía 22 años cuando la familia emigró y al momento se desempeñaba como institutriz de una de las familias Bulrich; se unió a sus padres años más tarde cuando enfermó de cáncer de esófago y con frecuencia viajaba a Buenos Aires para su tratamiento, alojándose en la casa de sus antiguos empleadores. 

No es fácil imaginar las penurias que afrontaron quienes iniciaron esta aventura colonizadora. Recuerdo que mi padre me contaba que su futuro suegro, con el que conversaba largo y tendido, solía referirse los contratiempos que enfrentaron durante los primeros años de afincamiento en la llanura pampeana. Entonces, solo había pasto puna y un inmenso desierto carente de árboles, por lo tanto, debían utilizar bosta de oveja para combustible y depender del carbón y leña que se transportaba desde Pergamino. John MacNie en sus memorias dice "Es muy difícil comprender hoy lo dificultoso que habrá sido para los primeros pobladores conseguir elementos combustibles. No había árboles, y no existían los ferrocarriles, y había que conseguirlo de donde fuere. Lo único que tenían para quemar era la raíz de “coronilla” y los tallos de los cardos. Algunos puesteros sembraban Vizcaya alrededor de sus casas, pero era obvio que, con tan escasos elementos, tenían que hacer mucha economía". Y en esas conversaciones, mi abuelo recordaba que, en las noches serenas, podía verse claramente el resplandor del fuego que encendían los aldeanos del pueblo, donde todavía se vivía prácticamente a la intemperie. Para poder resistir los embates de la naturaleza, además de contar con la mano de obra de su suegro y cuñados, mi abuelo contrató mano de obra de los pobladores para la construcción del rancho de adobe. En un comienzo hizo cavar un pozo rectangular que cubrió con chapas de zinc para resguardarse del frío invernal y del calor estival, mientras construían la casa de barro y maderos que acarreaban desde la provincia de Buenos Aires.

Laurence Ginnell, Juan y Santiago Kenny, Guillermo Boyle
De pie detrás de los nombrados Santiago Cavanagh, Rvdo. Juan Sheehy y Daniel O'Brien
El niño trepado en la columna es Roberto Lorenzo Cavanagh

Hasta fines de la segunda mitad del siglo veinte, las noticias necrológicas eran publicadas extensamente en inglés en el periódico de la comunidad irlandesa “The Southern Cross”, cuyo corresponsal en Venado Tuerto era don Patricio Chapman McGuire. Sus escritos delataban la influencia castellana con claros giros románticos, en contraste al inglés germánico. Era algo natural también en el hablar de los argentino irlandeses, donde se mezclaban palabras castellanas con el inglés. El obituario de mi abuela Catalina también fue publicado por la revista parroquial “El Mejor Amigo” y su redacción destaca que era una feligresa piadosa y, sobre todo, muy generosa con la iglesia. En la actual iglesia catedral, durante el curato del Padre José Tomás Maxwell (17/01/1926-29/01/1933), se agregan dos naves laterales y ocho (8) capillas, la sacristía y el camarín de la Virgen de Luján.[2] Cada capilla tenía una placa de mármol con el nombre del donante; una de ellas, que fue donada por mi abuela en memoria de mi abuelo que había fallecido el 04 de enero de 1926, estaba ubicada a la entrada de la puerta lateral derecha, y en un pedestal estaba la imagen de San Luis Gonzaga, a quienes mis ancestros tributaban gran devoción. Desconozco la razón de esta devoción, tal vez por ser el protector de la juventud. Pero guardo en mi memoria los almanaques anuales que solía tener mi tío Bernardo con la estampa piadosa de San Luis Gonzaga. En la placa podía leerse “Capilla donada en memoria de Juan Kenny” con la fecha de su fallecimiento. Había también otra placa en la capilla donada por la familia Bertone, que tenía un rulo que la distinguía del resto. Nunca se supo dónde fueron a parar esos recordatorios y se esfumó otra parte de nuestra historia, como el comulgatorio que fue donada por la familia Downes. Mucha historia se perdió con la reforma impuesta por el Concilio Vaticano II en 1964 por no haberse estudiado y planificado correctamente su aplicación.

Mi abuelo Juan

De acuerdo con las crónicas y cartas de antigua data, deduzco que era de temperamento sereno, pero no por ello menos activo. Su figura erguida se destacaba donde quiera que fuere. De conversación enriquecedora, hizo que, en muchas ocasiones, contemporizara entre antagonistas, razón por la que siempre mereció la atención de sus familiares y círculos sociales que se complacían en escuchar sus razonamientos.

Permiso para la construcción de Marca ganadera extendido a favor de Juan Kenny el 30 de abril de 1906

Con su hermano Santiago y otros integrantes de la comunidad, entre ellos Guillermo y Patricio Boyle, Daniel O’Brien, Santiago Cavanagh, encabezó la comisión que recibió a Laurence Ginnell,[3] representante de Irlanda ante los gobiernos de América Latina, cuando visitó Venado Tuerto en 1921 acompañado por el Padre Juan Sheehy. Esa visita tenía la finalidad de recaudar fondos destinados a la causa irlandesa que estaba en su fase final de su independencia de la corona británica. Para ese entonces mi abuelo ya tenía contactos postales con otros integrantes de los movimientos independistas de la región. Así se manifiesta en una carta fechada el 10 de diciembre de 1907 a William Joyce de Ramallo, donde le dice, entre otros conceptos: “...respecto al Consejo Nacional en Argentina, mi humilde opinión es que los irlandeses en este país deben esperar hasta ver primero cómo funcionará en Irlanda y tan sólo seguir lo que resuelvan los irlandeses de América del norte. No es la primera vez que la política irlandesa rebalsa la olla política americana en las vísperas de una elección presidencial” (sic). Lo que revela que estaba bien informado sobre los acontecimientos políticos y sociales locales, nacionales e internacionales, y muy especialmente de la convulsionada Irlanda de aquellos años. Era un hombre de lectura permanente, desde los evangelios, la historia y la literatura hasta los periódicos que recibía con regularidad en castellano e inglés. Estaba siempre actualizado con el devenir del mundo y tenía la virtud de escuchar a todos y luego plantear su propio punto de vista.

He recuperado cartas interesantes de mi abuelo publicadas en el blog: https://cartaskenny.blogspot.com/, donde se lo consulta sobre temas inherentes a la actividad rural, además de pedidos de auxilio financiero, préstamos transitorios y soluciones a problemas comunes entre el vecindario, a los que generalmente accedía, según se desprende de las respuestas recibidas más adelante.

Hay una carta fechada en junio de 1899 de un tal Roberto Furlong en la que le solicita a mi abuelo el favor de arreglar un asunto pendiente que tiene con el propietario del hotel Londres a quien debió dejarle unas joyas de su esposa en garantía de un préstamo. Se desprende claramente que mi abuelo intervino en el caso, porque en febrero de 1911 (nótese los tiempos que requerían estos intercambios postales) recibe una carta de la señora de Furlong en nombre de su esposo, agradeciéndole haber saldado la deuda y recuperado sus joyas y el compromiso de saldar la deuda. Luego le siguen otras cartas de vecinos y familiares donde, con la mano tendida estaba siempre dispuesto a ayudar.

Cabe señalar que mi abuelo Juan fue padrino de bautismo del Pbro. José Tomás Maxwell, cura párroco de Venado Tuerto (1925/1933). El anuncio necrológico publicado el jueves 23 de julio de 1926 por The Southern Cross, entre otros conceptos, expresa: “El Revdo. Padre Maxwell, que había llegado esa mañana desde Buenos Aires y que es el ahijado del difunto, acompañado por tres sacerdotes, aguardó el arribo del cortejo en el atrio del templo. La iglesia estaba adornada de luto riguroso, pues estaba de duelo por la muerte de uno de sus más fieles feligreses y acompañado por un gran número de personas que llegaron a brindarle el último tributo a su querido viejo amigo, y de quienes brotaron algunas lágrimas durante la Misa Solemne de cuerpo presente concelebrada por el Padre Celestino Ferrero con los Padres John Roig y Víctor Ferrero como diácono y subdiácono respectivamente…” 

Maestros rurales

Según versiones orales, uno de los maestros rurales de aquellos tiempos era un irlandés de apellido Killimet que recorría la zona de Venado Tuerto, Sancti Spíritu y Cafferata, donde falleció y reposan sus restos. Se deduce que fue el primer maestro que tuvieron mis tías Brígida, Catalina Ana y María.

Años más tarde Brígida y María fueron enviadas a un colegio de monjas en la ciudad de San Nicolás, donde adquirieron conocimientos superiores y regresaron para terminar sus estudios en el Colegio Santa Rosa de Venado Tuerto. Brígida obtuvo el título de maestra. Ellas fueron las que instruyeron al resto de sus hermanos. Sobre este tema debo decir que el nivel de conocimientos que adquirieron fue extraordinario. Mi madre, por ejemplo, escribía en castellano e inglés sin errores ortográficos y hacía las cuentas matemáticas con una agilidad mental envidiable. Su memoria era prodigiosa. Recuerdo que cuando tenía que enviar una nota al colegio justificando mi ausencia por alguna razón, un maestro me preguntó si mi madre era maestra, porque su escritura y léxico denotaban, según sus palabras, un alto nivel educativo. Cuando hacía mis tareas escolares, siempre le preguntaba si tal o cual palabra se escribía con ese o con ce, o cuál con hache o sin hache y ella, sin titubear me daba la respuesta exacta. Hay escritos que dan testimonio de mi afirmación. Ella, al igual que mi tío Eduardo era adicta a la lectura. Por otra parte, mi primo “Jackie” da testimonio (como lo veremos más adelante) del nivel educativo que obtuvo su padre sin haber concurrido a la escuela. 

Los descendientes de Juan Kenny y Catalina Hevey

Estas crónicas, basadas en relatos orales, pueden no ajustarse estrictamente a la realidad, por lo tanto, es prudente tomarlos en modo potencial dado que pudieron ser imaginados o malinterpretados por los narradores. No obstante, al no haber ofensas ni adjetivaciones peyorativas hacia las personas mencionadas, hay que aceptarlos como hechos anecdóticos, de acuerdo con la percepción que cada uno de los relatores ha visto u oído a través del tiempo y el espacio en que sucedieron.

Mis abuelos tuvieron 8 hijos: 5 mujeres y 3 varones: Brígida, Catalina, María, Juan, Bernardo, Juliana, Eduardo y Rosa. Cuando se hace la sucesión, se divide la propiedad en 8 partes. No obstante, hubo algunos cambios que, de común acuerdo, se hicieron entre los hermanos. Uno de esos cambios fue el que hicieron mis tíos Bernardo y Eduardo. A Bernardo le había tocado la parte donde estaba la casa, pero dado que no tenía interés en trabajar en el campo, sino vivir en el pueblo, le propuso a Eduardo hacer el cambio, que éste aceptó. Bernardo compró una casa a la par de la de mi abuela Catalina que en 1930 se había radicado en Venado Tuerto. La casa de ambos estaba en calle Junín casi 9 de julio del lado de los números impares.

Dos de mis tías: María “Molly” y Julia Ana “Julian” contrajeron matrimonio con los hermanos: Mateo y Patricio Chapman respectivamente. María, la tercera en el orden familiar, fue la primera en contraer matrimonio. Esto lo digo a modo ilustrativo, dado que iré numerando a cada uno de acuerdo con la fecha de nacimiento y limitaré los datos hasta los nietos, para no hacer de relato demasiado extensivo.

1. Brígida nació en Arrecifes en 1881 y falleció el 20 de septiembre de 1938 en Venado Tuerto, a los 57 años. Contrajo matrimonio el 27 de septiembre de 1911 con Pedro Downes Heffernan, hijo de John Downes y Catherine Heffernan, que nació el 23 de agosto de 1870 y falleció el 1° de septiembre de 1946. Ambos están sepultados en Venado Tuerto. 

Como he señalado antes, la fracción de campo que Juan Downes le compró a Eduardo Casey, en la que estaba incluida la parcela que posteriormente le vendió a Juan Kenny, correspondía al distrito Venado Tuerto y a partir del 03 de septiembre de 1892, pasó al distrito San Eduardo.  Luego se abrieron calles que separaron los lotes. Cuando falleció el matrimonio Downes/Heffernan (1915/1917) se procedió al reparto sucesorio y Pedro, en la fracción que le correspondió por herencia, fundó su propia estancia que denominó “26 de agosto” en homenaje a su primera hija Catalina Inés “Aggie”, que nació en esa fecha del año 1912. El establecimiento es habitado actualmente por los descendientes de Pedro y Brígida, la familia Martín Downes, hijos de Juliana. El 26 de agosto de 2012 se celebraron los 100 años del establecimiento que aún conserva su estilo señorial, con las lógicas refacciones que mantienen su arquitectura original.

Brígida Kenny/Pedro D0wnes

Siempre ajustándome a relatos orales, deduzco que mi tía Brígida era de carácter fuerte y extremadamente rigurosa. Si bien no la conocí, tengo referencias de mi primo Juan “Jackie” Kenny, que, siendo niño y vecino de los Downes, sigilosamente se iba a jugar con sus primos Ignacio y Santiago. Los tres eran muy compinches y a la hora de las diabluras, trataban de evitar ser sorprendidos -generalmente sin éxito- por Brígida que no dudaba en regañarles por sus andanzas a la hora de la siesta.

Brígida y María fueron enviadas a estudiar a un colegio de monjas a San Nicolás, donde Brígida obtuvo el título de maestra, mientras que María terminó sus estudios en el flamante colegio Santa Rosa de Venado Tuerto. Brígida fue la maestra de todos sus hermanos, y como he dicho antes, puedo dar fe del nivel educativo que adquirieron por cuanto leían y escribían en castellano e inglés correctamente y también las matemáticas. Sobre este tema también testimonia mi primo Jackie, al decir que su padre, ‘leía y escribía correctamente el castellano y el inglés'. Además, la historia argentina e irlandesa y la instrucción religiosa estaban presentes entre las materias estudiadas, prueba de ello es la abundante colección de libros que rescaté de la biblioteca de mis abuelos. Entre esos libros rescatados, hay uno que le obsequió el 5 de diciembre de 1912 a mi tío Juan el Rvdo. Juan Sheehy, sacerdote irlandés que residía en Rosario y recorría el sur santafecino asistiendo espiritualmente a los irlandeses afincados en los poblados y en la zona rural. El libro titulado “La Historia de Irlanda” fue escrito por A.M. Sullivan y editado en Dublín en 1909 por M.H. Gill & Son Ltd. y el autor hace la siguiente introducción: “A mis jóvenes compatriotas en casa y en el exilio, en la cabaña y en la mansión, en medio de los campos verdes y en las ciudades abarrotadas, a todos los irlandeses dedico este pequeño libro que contine la historia de nuestro país”.

Sin dudas Brígida, heredó la firmeza y determinación de la abuela Catalina. Así como era activa y primordialmente exigente en la educación de sus hijos, además se encargaba del funcionamiento de la casa y el cuidado de los bienes familiares; lo que no le impedía ser exigente con Pedro, su marido, a quien le aplicaba límites, especialmente cuando éste se trasladaba a Venado Tuerto para reunirse con amigos, paisanos y familiares y gastar largas horas en tertulias sociales de las que Pedro era entusiasta. Él disfrutaba de esos encuentros porque allí se discutían temas sociales, económicos y políticos, reuniones de la que también participaba con igual entusiasmo su amigo y compinche Daniel “Dan” O’Brien que tampoco era lerdo en sus correrías pueblerinas.

De carácter bonachón, Pedro se caracterizaba por su andar sereno, nunca apresurado y mucho menos revoltoso. Cuando las complicaciones propias de su actividad se enredaban, afrentaba el problema con mesura y aunque no era de modales refinados, su carisma suplía ampliamente esa carencia. Dado que falleció cuando yo tenía 4 años, no puedo dar precisiones sobre su personalidad, simplemente trato de describir lo que relataban los mayores que lo caracterizaban como una muy buena y agradable persona.    

El momento urticante era cuando se demoraba en demasía su regreso a casa. Entonces, cuando Brígida avistaba que el carruaje familiar avanzaba por el camino polvoriento, ordenaba a sus hijos que se encerraran en sus habitaciones para que no presenciaran el jaleo conyugal. Esta anécdota la escuché de mi prima Brígida Chapman atribuírsela a mis abuelos Juan y Catalina. La similitud de hechos marca una cultura familiar tendiente a resguardar a los hijos de presenciar las trifulcas matrimoniales, cuyas controversias se dirimían en la intimidad.

Estos son los hijos de Pedro Downes y Brígida Kenny

Familia Downes/Kenny


a)  Catalina Inés (Aggie) nació el 26 de agosto de 1912 y falleció el 28 de mayo de 1998. En 1938 contrajo matrimonio con Pedro Luiz, descendiente de portugueses. No tengo la fecha de su fallecimiento, pero sé que fue a temprana edad. Aggie, conoció a Pedro cuando estaba acompañando a la abuela Catalina en su casa de Venado Tuerto y Pedro era empleado de la afamada Casa Ansaldi. Padres de una hija: Brígida Inés “Brida”.

b) Julia María Ana (Juliann o Juddy) melliza de Elena Rosa, nació el 03 de agosto de 1914 y falleció el 25 de enero de 2001. El 19 de abril de 1949 contrajo matrimonio con Eliseo Martín (español) el que falleció el 08 de diciembre de 1976. Recuerdo que cuando era muy niño, visitábamos a los Downes en el campo de San Eduardo, y me impactaba la vajilla con que tendían la mesa para tomar el té. Era de una delicadeza acorde a toda la familia Downes que se caracterizaba por el buen gusto. Debo decir que, hasta el día de hoy, guardo en mi memoria aquellas visitas. Por Juliana sentí un afecto muy especial porque veía en ella a mi madre; mujer de modales dóciles, de hablar pausado y trato gentil.  Juliana y Eliseo tuvieron 3 hijos: José María, Eduardo y Teresita.

c)  Elena Rosa nació el 03 de agosto de 1914. Soltera. De joven se radicó en Buenos Aires y falleció en 1988. La conocí en mi adultez y no recuerdo haber tenido trato con ella. Tengo entendido que, por razones laborales, estuvo radicada unos años en los EEUU.

d) Pedro Juan "Pedrito" nació el 27 de enero de 1916. Soltero. Dedicado a la actividad rural, era un trabajador incansable, muy activo, de trato cordial y siempre de buen humor. Cada vez que venía a Venado Tuerto visitaba nuestra casa. Sorpresivamente falleció a raíz de un paro cardíaco el 27 de diciembre de 1950. Fue padrino de bautismo de mi hermana Patricia junto a Catalina Chapman

e) Eduardo Santiago nació el 01 de abril de 1917 y falleció el 26 de agosto de 1991. Contrajo matrimonio el 23 de agosto de 1946 con Olivia Casey Kenny, hija de Tomás Casey y de María Kenny. Sin descendencia. La ganadería fue la actividad que desarrolló con gran prestigio y reconocimiento en el ámbito rural.  En sus inicios, fue mayordomo de la Estancia “Loide”, en Noitinger, Provincia de Córdoba, donde residió cuando contrajo matrimonio. La experiencia allí adquirida, sirvió para que ganaderos de la zona de Venado Tuerto recurrieran a su asesoramiento. Serio y responsable, pero no exento de humor fino. Era uno de los tantos habitués de la mesa redonda del hotel Londres. Recuerdo que cuando visitaba nuestra casa, lo hacía montado en un Jeep Willys guerrero, vehículo con avances mecánicos novedosos ideados para sortear las contingencias de la guerra que acababa de finalizar. Por eso los jóvenes del barrio, atraídos por el mini vehículo, lo rodeaban y sacaban sus propias conclusiones sobre el uso y finalidad de cada uno de los accesorios adheridos. Sin dudas la curiosidad por los avances mecánicos eran la gran atracción. Fue padrino de bautismo de mi hermana Shiela.

f) Brígida María (Biggie) nació el 08 de noviembre de 1918. Soltera. Se ocupó de administrar la casa tras el fallecimiento de su madre, aunque cada una de las hermanas tenía tareas específicas coordinadas entre ellas. Falleció el 21 de abril de 2010. Biggie era de una amabilidad sobresaliente, sencilla y laboriosa. Su debilidad era la repostería y creo que no hubo casamiento entre sus primos cuya torta de bodas no fuera elaborada por ella. 

g) Eva nació el 20 de julio de 1920. Soltera. Maestra. Bella y distinguida. De trato gentil y expresiones suaves como lo era toda su personalidad.  Ejerció la dirección en una de las escuelas de la localidad de San Eduardo, Santa Fe. Su pedagogía está en el recuerdo de quienes la conocimos y especialmente de los alumnos que pasaron por la escuela donde ejerció la docencia. Falleció el 10 de enero de 2005.

h) Juan Ignacio nació el 31 de julio de 1922. Sacerdote. Fue ordenado el 20 de diciembre de 1947 en la Catedral de Rosario y el 28 ofició su primera misa en la Parroquia de San Eduardo. Fue secretario Privado del Cardenal Antonio Caggiano y Vicario Colaborador en la Parroquia Nuestra Señora de la Guardia de Rosario. Cura Párroco en las localidades de Peyrano, Wheelwright y Rufino, y entre sus obras que, en muchos casos solventó con el aporte de bienes familiares, está la apertura de colegios secundarios por aquellos años inexistentes en localidades del interior de la provincia de Santa Fe. Serio y responsable, de carácter afectuoso, servicial y comprensible, siempre dispuesto a tender su mano a quienes recurrían a él en busca de consejos que aliviaran sus carencias. Falleció en la plenitud de su vida el 30 de diciembre de 1962 víctima de una cruel enfermedad que soportó con profunda resignación cristiana. Tuve la gracia de conocerlo y tratarlo personalmente. Cuando nació mi primer hijo no dudé en llamarlo Ignacio, en recuerdo a este santo varón al que admiré por su integridad personal/religiosa.

i) Teresita nació en 1923. Falleció en su infancia.

j) Santiago Bernardo nació el 11 de octubre de 1925. Contrajo matrimonio con Tilde Eve Mamelucco. Siempre de buen humor. Trabajó en varios establecimientos rurales, uno de ellos en la provincia de Buenos Aires en la Estancia “Santa Rosa” en Pereyra Iraola.  Luego fue mayordomo de la estancia “El Chañar” en la provincia de Córdoba, profesión que ejerció con solvencia. Cuando se hizo acreedor de su jubilación, se radicó en la ciudad de Buenos Aires. A pesar de haberse trasladado a lugares distantes de su terruño, se mantuvo en contacto permanente con tíos y primos a través de la correspondencia postal, siempre atento al estado y pasar de cada uno. En la ciudad de Buenos Aires, se reunía asiduamente con sus primos Juan Kenny y José Chapman. Santiago falleció en Buenos Aires el 19 de julio de 2005. Su esposa Tilde falleció el 04 de agosto de 2020. Antes de morir Santiago pidió ser sepultado en Venado Tuerto. Santiago y Tilde fueron padres de: Patricio Eduardo, Eduardo Ignacio, Santiago, Teresita, Gabriel, Inés, Pedro y Carolina. 

2. Catalina Ana “Kate Ann” nació en 1882 y falleció en Venado Tuerto el 8 de noviembre de 1932. Contrajo matrimonio con Santiago Crowley Sullivan que nació en 1879 y falleció el 04 de octubre de 1950 en el Hospital Británico de Buenos Aires. Hijo de Michael Crowley y Mary Sullivan. Sin descendencia. Se supo del fallecimiento de Crowley a través de una carta que le envió desde Buenos Aires mi prima Luisa Kenny Gaynor a mi tío Eduardo fechada el 17 de octubre de 1950, donde expresa que (Jim Crowley) “falleció después de una operación al estómago; antes de morir pidió que lo enterraran en Venado, pero como no tenía dinero para ello, lo llevaron a la Chacarita”. (sic) ver en: https://cartaskenny.blogspot.com/

Catalina, más conocida familiarmente como Kate Ann, se enamoró de Santiago Crowley, un personaje controvertido que no era muy bien visto por su propia familia y mucho menos por los Kenny. Tenía un despacho de bebidas en el antiguo Siglo XX (Sarmiento y Falucho), donde vivía con su esposa. Santiago era adicto a la bebida, a la timba y a las cuadreras, entre otras yerbas.  El dinero nunca alcanzaba y presionaba a Catalina mediante castigos corporales, para que le pidiera dinero a la abuela Catalina, que regenteaba el campo después del fallecimiento del abuelo Juan en 1926. Recuerdo que mi primo Jackie hizo referencia en una ocasión a la sepultura que construyó Santiago en el cementerio de Venado Tuerto en memoria de su esposa, cuya lápida dice (en inglés): En amorosa memoria de Kate Ann Kenny de Crowley, quien murió el 8 de noviembre de 1932 a la edad de 50 años dedicada a su memoria por su amado esposo.  Sagrado Corazón de Jesús ten piedad de su alma RIP. A Jackie le causó gracia este gesto por cuanto sabía por boca de sus padres del maltrato a tía Catalina. Con el tiempo la sepultura comenzó a deteriorarse y la puerta del nicho se rompió. Entonces mi madre me pidió que hiciera los trámites correspondientes para su reparación porque la lluvia penetraba y deterioraba el ataúd. Dado que no teníamos noticias del paradero de Crowley, fui a hablar con una señora de apellido Healion casada con un señor Aguirre que tenían una carnicería en calles Junín y Pueyrredón, únicos referentes familiares de Crowley que conocíamos. Cuando le dije la razón de mi visita, la señora no titubeó ni un instante en darme el visto bueno, porque para ellos Santiago era un sinvergüenza. Entonces le pregunté por un pequeño ataúd que había sobre el de Catalina, me dijo que se trataba de una persona mayor cuyos restos fueron reducidos, pero no supo decirme de quién se trataba. Digo esto porque en principio creíamos que el pequeño ataúd era de un niño. Cuando Catalina y Santiago contrajeron matrimonio, vivieron un tiempo en calle España 650 donde hasta hace poco tiempo (2022/23) había una guardería. Tenían entonces como vecinos a la familia Byrne/Griffin.

Santiago Crowley Sullivan y Catalina Ana Kenny Hevey

Otra de las fechorías de Santiago Crowley. Después del fallecimiento de su esposa, hizo publicar el edicto en un diario de Villa Constitución. Mi padre que trabajaba en el ferrocarril en ese momento se encontraba en esa ciudad y casualmente, al leer el diario local, se encontró con la publicación del edicto. Cuando regresó a Venado Tuerto fue a verlo a don Patricio Chapman, hombre de mundo y sabedor de estos temas ya que estaba conectado con la comunidad del pueblo. Don Patricio inició los trámites pertinentes y desbarató el intento de Crowley de burlar a la abuela Catalina y quedarse con toda la propiedad, cuando por ley, una parte debiera volver a ella estando en vida. Desbaratado el intento, Mateo Chapman y mi padre compraron el campo mitad cada uno. Esa es la parcela que está sobre la calle pública frente al establecimiento de Sánchez Catalá, camino a la Estancia “La Británica” y lindante a la parte que le correspondió a Lidia Chapman.

Santiago Crowley y Catalina Ana Kenny no tuvieron descendencia.

 3. María “Molly”, nació en Arrecifes en 1884 y falleció en Venado Tuerto el 25 de febrero de 1949. Contrajo matrimonio el 22 de abril de 1908 con Mateo “Matt” Chapman Maguire que nació en Navarro en 1881, hijo de William Chapman y Bridget Maguire. Mateo fue mayordomo de la estancia “Las Niñas” de Alejandro Estrugamou de Santi Spíritu, Santa Fe. Allí fundó su propio establecimiento “Los Laureles” ubicado en el mismo distrito, donde falleció el 15 de enero de 1959. 

María "Molly" Kenny Hevey y Mateo Marcos Chapman Maguire
el día de su boda

Molly, al decir de mi madre, era muy divertida. Ella podía estar en una reunión familiar conversando animadamente mientras sus hijos alborotaban el ambiente sin que ella se perturbase. Su don de madre superaba todas las travesuras de sus hijos. Confieso que conocí a todos mis primos, hijos de Mateo y María, siendo adulto; no así con los hijos de Patricio y Juliana que, por razones generacionales y de residencia, nos reuníamos más seguido. Brígida, era la mayor de las nietas, nació en 1909 y yo el menor, en 1942; ¡son 33 años de diferencia! Y es mucho. El hijo mayor, Rodolfo “Rolo”, fue alumno pupilo del Colegio San Pablo de Carmen de Areco junto con mis hermanos Pedro, Eduardo y Donaldo. El sí venía a casa con frecuencia. Brígida fue la madrina de casamiento de mis padres, pero no figura como tal en la partida de casamiento, tal vez por su minoría de edad (tenía 19). En el registro parroquial figuran testigos mis tíos Eduardo Kenny y Patricio Chapman, pero en el ámbito familiar siempre se dijo que la ceremonia religiosa fue apadrinada por Brígida y Gerardo Leonard, primo de mi padre residente en Pergamino.

De tía Molly, recuerdo dos momentos muy particulares.  Y digo dos momentos porque cuando falleció yo tenía apenas 7 años y en aquella época el contacto de los niños con los mayores no era muy fluido. El primer recuerdo es del día que fui con mi madre en tren a Sancti Spíritu a visitarla cuando estaba al cuidado de su hija Brígida en la casa de don Evaristo Nazábal, a la sazón comisario del pueblo. Era una casa grande, muy señorial que tenía al frente un amplio jardín, un patio con almácigos y un molino a viento. Había varios chicos, pero no sabría precisar quiénes eran, supongo que Lalo y Charly, que somos más o menos de la misma edad. Molly estaba en reposo, en una cama de sábanas blancas en una amplia habitación con ventanales abiertos por donde se colaba un sol brillante. Supongo que esto sucedió poco tiempo antes que ingresara al sanatorio Chapuis donde fue operada. Y la segunda vez fue cuando la visitamos en la clínica, no sé si antes o después de su operación. 

Una anécdota. El día que fui con mi madre a Sancti Spíritu en tren, mi hermano Donaldo, siempre haciendo bromas, me dijo que tuviera cuidado con los tranvías del pueblo. Como me lo dijo muy serio, yo le creí y fui muy expectante dado que no cualquiera había visto un tranvía. El asunto es que cuando llegamos al pueblo, los caminos eran de tierra y brillaban por su ausencia los tranvías. Entonces recuerdo que mi madre me dijo algo así como “no creas esas tonterías de Donny”. (“Don't believe Donny’s nonsense”).

En cuanto a don Mateo, “Uncle Matt” como lo llamábamos, tengo muy presente que era muy apreciado en la familia. Trabajador tesonero y honesto. Logró hacerse de su propia estancia que denominó “Los Laureles”, gracias a su esfuerzo personal y a la ayuda que recibió de la abuela Catalina. Tenía una familia numerosa y junto a Molly se propusieron como objetivo primordial, la educación de su familia.  (Ver http://cartaskenny.blogspot.com/)

De “Uncle Matt” tengo dos vagos recuerdos. Una vez cuando estábamos en medio del campo de San Eduardo y llegó en su automóvil, creo que era un Ford modelo 1939/40, se bajó y se vino adonde estábamos nosotros y entre saludos y otras conversaciones, le dijo a mi padre que fuera a la chacra de Gino Busso, a juntar marlos de la troja. Unos días después fui con mi padre a la casa de tío Eduardo donde nos alojamos dos o tres días y de ahí íbamos todas las mañanas a juntar marlos.   

El otro episodio que tengo en mente es la noche que velaban a Molly en la casa de su hijo “Sonny”, cuando recién casado vivía en calle Mitre casi Italia. Esa noche llovía y me encontraba sentado junto a mi madre cuando ingresó Lidia tomando del brazo a don Mateo que estaba muy compungido. No recuerdo nada más porque me quedé dormido y desperté al día siguiente en casa y seguía lloviendo. 

Nuestra relación familiar con los Chapman de Sancti Spíritu no era fluida por dos razones fundamentales: 1º) La diferencia de edades. Mi madre era la menor de la familia y María fue la primera en contraer matrimonio. 2º) La distancia que nos separaba. En aquellos años para movilizarse era muy complicado. Guiándome por las fotografías familiares, veo muchas tomas en las que están los primos Downes de San Eduardo y los Chapman de Sancti Spíritu, mientras que nosotros, los Wallace, compartíamos reuniones familiares continuamente con los Chapman de Venado.

En su diario, mi hermano Eduardo escribe lo siguiente: 16/01/1959: “Hoy no he ido a trabajar. Fui con mamá, Peter, Pachi y Katty Chapman con la nena, al velatorio de tío Mateo en su estancia “Los Laureles” y al sepelio en el cementerio de Venado Tuerto. Lo llevaron a la parroquia de Sancti Spíritu. El responso lo ofició el Rvdo. Padre Ignacio Downes. Estaba toda la familia, a excepción de Lidia e Inés. Tío Patricio no pudo ir ni tía Juliana. Falleció anoche a las 20:45 hs. a los 78 años. Lo depositaron en el nicho junto con tía María, su esposa. Que en paz descanse”.


Familia Chapman/Kenny 

Estos son los hijos de Mateo Chapman y María “Molly” Kenny

a) Brígida Catalina, nació en 1908 y falleció en Rufino en 1995. Contrajo matrimonio con Evaristo Nazábal. Fue la primera en quebrar la regla de casarse con quien no fuera irlandés o descendiente de irlandeses. Bella y elegante, de agradable y fluida conversación, lo que hacía de ella una mujer muy interesante. Tuvo 9 hijos, cinco varones y cuatro mujeres. Todos con descendencia. En su diario, mi hermano Eduardo escribe que el 26/05/1957   “…fuimos a la casa de Brígida Nazábal”. Años más tarde, en la década del 70 cuando trabajaba para una firma comercial de Venado Tuerto, tuve que ir a la ciudad de Rufino a retirar un dinero del Banco de Italia. Allí me atendió Rodolfo “Rolo” Nazábal; concluida la operación me dijo que fuera a visitar a su madre que él le iba a avisar por teléfono. Así lo hice. Ella vivía en un departamento en el centro de la ciudad, no en la casa de calle España adonde habíamos ido en el año 1957. Cuando abrí la puerta de calle, había una escalera y desde allí arriba abrió sus brazos de bienvenida con la misma calidez de siempre y me invitó a subir. Tomamos té y charlamos un rato largo. La última vez que estuve personalmente con Brígida fue en el año 1985 en ocasión de cumplirse los 100 años del arribo de nuestros abuelos a Venado Tuerto. En la oportunidad fuimos convocados por los primos Downes (ahora propietarios del campo) a un almuerzo que se sirvió en la antigua estancia bajo los árboles añosos del establecimiento. Fue una hermosa jornada y cada uno de los nietos recordamos, cada cual, a su manera, los momentos vividos en el lugar emblemático de los Kenny, y recordé la primera novela que leí en mi adolescencia: “Cumbres Borrascosas” de Emely Brönte. Entonces mi imaginación me transportó a la casa de mis abuelos y cada pasaje de la novela parecía rescatado de la antigua casa inmersa en la silenciosa llanura pampeana. 

b) María Margarita, nació el 03 de agosto de 1910 y falleció en Venado Tuerto el 8 de junio de 2003. De joven se radicó en la ciudad de Buenos Aires donde contrajo matrimonio con Diógenes Bertolini. Sin descendencia. La conocí cuando regresó a Venado Tuerto siendo una persona mayor.

c) Rosa Ana “Roseann” nació el 12 de octubre de 1912 y falleció en Buenos Aires el 25 de febrero de 1995; sus restos descansan en el Cementerio de Venado Tuerto. No la conocí personalmente porque desde muy joven se radicó en Buenos Aires. La única referencia que tengo de ella es su pertenencia al staff de emblemática Academia Pitman que hacía publicidad con los nombres y fotografías de sus profesores.  Roseann era soltera. 

d) Elena Inés nació en 1914 y falleció en los Estados Unidos en 2005. Contrajo matrimonio con Horacio Caminos, que también falleció en los Estados Unidos. Caminos era arquitecto oriundo de Tucumán. Durante el gobierno peronista debió exiliarse, optando por radicarse en los Estados Unidos. Tuvieron 6 hijos, tres varones y dos mujeres. A Elena la conocí cuando hizo una visita a la Argentina con dos de sus hijas allá por la década del 60. Años más tarde conocí a su hijo mayor Carlos Horacio, a su esposa Donna y su hijo Charly cuando visitaron Venado Tuerto junto con su hermano José (soltero) en diciembre de 2005. Carlos Horacio y José se negaron a participar de la guerra en Vietnam y debieron abandonar los Estados Unidos que los consideró desertores. Horacio se radicó en Venezuela donde permanece con su esposa, mientras los hijos están todos radicados en los EE. UU. José falleció en Buenos Aires el 04 de octubre de 2015.

e) Mateo Juan, conocido familiarmente como “Big Sonny” nació en 01 de enero de 1917 y falleció el 08 de febrero de 1998. Contrajo matrimonio en Venado Tuerto el 9 de febrero de 1944 con Lucila Casey Kenny quien falleció el 08 de febrero de 1988. Su figura de gran prestancia, alto y bien formado, lo hacían muy distinguido. No puedo opinar sobre su personalidad, pero según versiones, era altivo en su trato con los demás.  Y digo que no puedo dar opinión al respecto, por cuanto lo saludé por primera vez en ocasión del fallecimiento de Guillermo “Little Sonny” en octubre de 1994 y tuve que presentarme porque él no me conocía. Mis hermanos mayores sí tuvieron contacto con él, especialmente Eduardo que siempre iba al Athletic Club donde Sonny jugaba al polo. Eran épocas de bonanza (1958/1960) hasta que llegó la malaria. Según versiones que no puedo confirmar, cuando terminó la escuela primaria, Don Mateo lo envió de alumno pupilo a estudiar a la Escuela Agro-técnica de Aarón Castellanos de la congregación franciscana a la que también asistió su primo Eduardo Downes. Según parece Sonny se tomó el buque, no resistió estar como pupilo. Desconozco el resultado final. El muchacho no soportaba el encierro y mucho menos la disciplina interna por lo que optó fugarse. Años más tarde, cuando adulto y padre de familia, fue socorrido económicamente por Eduardo Downes, su compañero de estudios, primo y finalmente concuñado. Su sobrino Donald Wheeler Casey me dijo en una ocasión que Sonny era una persona muy trabajadora, no era un niño mimado y no le esquivaba al laburo, pero el despropósito de criar caballos de polo lo mandó a la lona.  

f) Teresa Ana nació el 18 de octubre de 1918 y falleció en Venado Tuerto el 19 de agosto de 2003. Soltera. De figura distinguida, esbelta y bella, prestancia que mantuvo aun siendo una persona mayor. Cuando terminó sus estudios, se radicó en Buenos Aires y trabajó de secretaria ejecutiva en la gerencia de un banco muy renombrado (tal vez haya sido el Banco Roberts, no tengo certeza). Por su eficiencia laboral, el dueño del banco -que era de pocas pulgas- siempre recurría a Teresa para resolver conflictos corporativos y también de los enredos de su núcleo familiar. La confianza y discreción que caracterizaban a Teresa eran las principales razones de esta apelación. Un día nos visitó a la hora del té y esa tarde fue como que Teresa hubiese abierto una ventana a un mundo que yo desconocía. No recuerdo la fecha, es muy probable que haya sido en mi adolescencia, teniendo en cuenta que recién conocí la ciudad de Buenos Aires cuando hice el servicio militar en 1963, hasta entonces no tenía la menor idea de cómo era vivir en la gran ciudad.  

g)  Lucía Esther “Lucy” nació el 09 de mayo de 1921. Falleció en Venado Tuerto el 18 de agosto de 2014. Soltera. Era una mujer divertida, siempre de buen humor. A Lucy la conocí cuando regresó a Venado Tuerto junto a sus hermanas Teresa y Margarita. Entonces comprobé que verdaderamente era una persona muy agradable y amena con la que daba gusto compartir una conversación. Terminado sus estudios se radicó en Buenos Aires. Según datos de familiares directos, fue secretaria ejecutiva de la empresa Philco. Como he dicho antes, Lucy era naturalmente muy jovial, entonces recordé una anécdota que una vez me comentó un señor oriundo de la ciudad de Rufino y más tarde radicado en Venado Tuerto que frecuentaba las celebraciones de la comunidad irlandesa. Me dijo que, cuando jóvenes, pretendía a Lucy, a la que consideraba una mujer bella en todas sus cualidades, pero no tuvo éxito en su propósito, lo que no impidió que se entablara entre ellos una sólida y cordial amistad.  Un día oyó en la radio local el fallecimiento de Lucy Chapman y como conocía a toda la familia, fue al velatorio para expresar sus condolencias y despedir a su querida amiga. Cuando llegó al complejo, primero pensó que se había equivocado de sala, pero cuando verificó que estaba en la correcta, comenzó a buscar alguien conocido de la familia, pero no encontraba a ninguno de los Chapman que él conocía. Entonces decidió ir hasta el ataúd y allí la yacente no era “su Lucy”, entonces sigilosamente, optó por retirarse. Estos casos son frecuentes en los velatorios, cuando fallecen personas homónimas. Lo curioso es que, en este caso, se trataba del mismo nombre y apellido y era como que Lucy lo hubiera programado para divertirse. 

h) Nora nació el 13 de marzo de 1923 y falleció el 14 de agosto de 1968. Soltera. Estudió enfermería en Buenos Aires y fue quien asistió a su padre en su convalecencia, hasta su fallecimiento en 1959. Con posterioridad se radicó en los Estados Unidos donde ejerció su profesión en el Parkland Memorial Hospital de Dallas, clínica pública adonde llevaron a John Kennedy el día del magnicidio (22 de noviembre de 1963). Ese día ella estaba trabajando en el tercer piso de nosocomio y fue partícipe presencial del trágico acontecimiento.  No tengo conocimiento del resto de su vida, pero deduzco que cuando enfermó regresó a la argentina y falleció en Buenos Aires a la temprana edad de 43 años. 

i) Juana Lydia nació el 3 de noviembre 1924 y falleció el 18 de abril de 2023. Contrajo matrimonio con Patricio “Paddy” Chapman Kenny el 27 de septiembre de 1952. A Lidia la conocí en mi adolescencia, tal vez porque era la menor de su familia y permaneció con sus padres en Sancti Spíritu. Recuerdo muy bien que no pude ir a su casamiento cuya fiesta se hizo en la Estancia “Las Niñas” donde su padre era mayordomo, porque ese día tenía actividad en el colegio. Lydia era una persona de carácter sereno, pausada en su hablar, de trato cordial y muy bella. Fue madre de 7 hijos: 3 varones y 4 mujeres.  Juana Lidia y Patricio son primos, razón por la que sobre “Paddy” hay un comentario más delante de uno de sus nietos que refleja con fidelidad su personalidad. Si bien hay testimonios de que Paddy venía seguido a nuestra casa, fue antes de mi nacimiento y dado que se fue a trabajar al campo muy joven, recién lo conocí en mi juventud. 

4. Juan “Jack” Nicolás, nació en 1886 y fue bautizado en la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Venado Tuerto el 30 de agosto de 1886 y murió el 27 de febrero de 1941 de carbunco (Dr. Luis Chapuis - Acta N° 47 de fallecimientos). Fue bautizado en Venado Tuerto por el Padre Edmundo Hill   a cargo de la misión celebrada en 1886. Contrajo matrimonio el 28 de junio de 1916   con Marcelina Gaynor Heffernan, la que nació en Lincoln (Provincia de Buenos Aires) el 12 de febrero de 1896 y falleció en Buenos Aires el 05 de mayo de 1985, siendo sepultada en Venado Tuerto. Testigos de casamiento: Patricio Chapman y Miguel Wade. Ofició el Padre José T. Maxwell. 

Juan "Jack" Kenny Hevey / Marcelina Gaynor Heffernan

Lógicamente, tampoco conocí a mi tío Juan. Falleció antes que yo naciera. Pero felizmente su hijo, “Jackie” me dejó un retrato de su padre que trataré resumir. 

“Jack” era un trabajador incansable, se desvivía por el bienestar de su familia. Extremadamente bondadoso y confiado, resultó víctima de su propia credulidad. Siempre dispuesto a tenderle una mano a quien le pidiera algún favor; era incapaz de decir “no”, aun en circunstancias dudosas. Su extremada confianza en “la palabra” de los demás, le ocasionó problemas familiares y económicos que, sumados a una cosecha frustrada por factores climáticos, se vio en la necesidad de vender la fracción de campo que le tocó por herencia. 

En 1935 comenzó a trabajar como puestero mensual simple en la Estancia “La Calma”, de Don Alejandro Estrugamou. Este trabajo lo consiguió a través de su cuñado Mateo Chapman, que era mayordomo de la Estancia “Las Niñas”, propiedad de los Sastre y familiares de Estrugamou. Jack ocupó con su familia el Puesto N.º 5, y tenía a su cargo la hacienda vacuna, además de colaborar con los otros puestos y estar a cargo de los trabajos generales en el casco de la estancia.

Por aquellos años los puesteros eran propietarios de los caballos (Jack tenía diez) y además del sueldo, les proveían una vivienda compuesta de cocina y dormitorio; carne en abundancia y leche, que obtenían de una vaca que separaban del resto y que ellos mismos ordeñaban. También se criaban gallinas, asegurándose una buena producción de huevos. Lo que no estaba permitido era el criadero de cerdos.

A mediados de 1936 Jack fue ascendido a “Puestero interesado”. Esto significaba agregarle a sus tareas el cuidado de una majada de 1500 ovejas. El sueldo seguía siendo el mismo, pero a fin de año recibía un porcentaje de las utilidades obtenidas por la venta de lana. Generalmente, y para no resentir las tareas de la estancia, el puestero contrataba a un boyero o enviaba a sus hijos a cuidar las ovejas. Y si bien este ascenso representaba una mejor remuneración, las condiciones laborales se asemejaban bastante a la esclavitud; el único día de descanso era el domingo, el resto de los días se trabajaba de sol a sol. 

Era común que el mayordomo efectuara sorpresivamente un recuento de animales, lo que hoy llamaríamos una “auditoría”. Si faltaba alguno, automáticamente era descontado del sueldo del puestero. Este inventario se hacía mediante el conteo de la hacienda en pie y los cueros de los animales muertos. Cada vez que se moría un animal había que cuerearlo y presentarlo de muestra. Este trabajo fue fatal para Jack.  Un día debió cuerear una vaca que murió de grano malo o carbunco, enfermedad conocida vulgarmente como “carbunclo”. En esa oportunidad se hizo accidentalmente un corte y se infectó. Inmediatamente lo trasladaron a la localidad de Lazzarino, donde el médico del lugar le hizo las primeras curaciones para luego “internarlo” en el hotel de Amenábar, otro pueblo cercano, porque no había hospital en toda la zona. Entre la inexperiencia del médico y la falta de medicamentos adecuados (no existía la penicilina), su salud se agravó. A instancias de su cuñado Don Mateo Chapman lo trasladaron al Sanatorio del Dr. Luis Chapuis en Venado Tuerto (hoy Sanatorio San Martín). Durante su internación fue atendido por su sobrina Catalina “Cathy” Chapman, que trabajaba de enfermera en el sanatorio. 

El 26 de febrero de 1941, después de permanecer unos diez días de internación, Jack Kenny falleció de gangrena.  

Estos son los hijos de Juan “Jack” Kenny y Marcelina Gaynor

Luisa y Juan Guillermo Kenny Gaynor


a) Juan Guillermo “Jackie”, nació el 25 de junio de 1927 y falleció el 30 de diciembre de 2015. Contrajo matrimonio con Lilia del Carmen Riganti el 28 de enero de 1958. Los restos de Jackie fueron inhumados en el cementerio de Venado Tuerto el 19 de febrero de 2016; en septiembre de 2022 fueron trasladados al cinerario de la Parroquia Cristo Rey en el partido de Morón y descansan junto a los de su esposa Lilia del Carmen Rigantti que falleció en Bs.As. el 07 de julio de 2019. 

Cuando el padre de “Jackie” falleció, éste tenía 14 años, razón por la que no llegó a conocerlo en plenitud, teniendo en cuenta que a los diez años (1937) fue internado como alumno pupilo en el Instituto Fahy de Capilla del Señor y posteriormente (1938) en el Instituto Fahy de Moreno; de ahí (1939) ingresó al Seminario de Rosario. Unos años después consideró que su vocación no era el sacerdocio por lo que abandonó el seminario y se mudó a Venado Tuerto donde residían su madre y hermana. Ingresó a la escuela nocturna Nº 496 “Mariano Moreno” y obtuvo su bachillerato, además de ser abanderado de su promoción. Posteriormente la familia en pleno se trasladó a Buenos Aires. Con esto quiero decir que yo lo conocí a “Jackie” cuando nos visitó con su flamante esposa en el año 1958, entonces yo tenía 16 años.

b) Luisa “Luisita” nació el 21 de junio de 1931. Falleció el 30 de diciembre de 2014. Soltera. Los restos de “Luisita” fueron inhumados en el cementerio de Venado Tuerto el 17 de marzo de 2015;   en septiembre de 2022 fueron trasladados al cinerario de la Parroquia Cristo Rey en el partido de Morón donde descansan junto a sus familiares.

No recuerdo exactamente cuándo conocí a “Luisita”, pero supongo que fue en algún acontecimiento familiar, llámese casamiento o defunción. Lo que sí recuerdo es que estuvo en el casamiento de mi hermano Donaldo en Rosario el 26 de febrero de 1965 y me llamó la atención que me preguntara cuál era mi orden en la familia y quienes estaban antes o después que yo.  Eso demostró que no estaba muy enterada de la composición familiar de los Wallace. 


5. Bernardo, nació en 1889 y murió en Venado Tuerto el 14 de mayo de 1958. Contrajo matrimonio el 3 de abril de 1929 (Acta N.º 211-libro 6) en la Parroquia Inmaculada Concepción de Venado Tuerto, con Brígida Teresa Kehoe Doyle, la que nació el 12 de octubre de 1888 en San Nicolás y murió en Venado Tuerto el 05 de diciembre de 1975. Sin descendencia. Bernardo era una persona muy divertida. Los chicos de mi barrio lo llamaban “el tío jodón”. Cuando nos visitaba con su esposa, él salía a la vereda para distraerse con nosotros, mientras adentro se conversaba sobre temas que a él no le interesaban. Berny estaba muy enamorado de Brígida, pero ésta se hacía rogar, entonces él flirteaba con otras chicas, aunque estaba perdidamente enamorado de ella. Un día Brígida estaba de visita en la casa de una amiga y llegó el cartero. La anfitriona recibió la carta y cuando abrió el sobre exclamó: “¡Es de Berny Kenny!” Brígida se tragó el sapo sin inmutarse, pero cuando su pretendiente fue a visitarla se armó el gran despelote. Le propinó unas bofetadas y le cerró la puerta en las narices. Berny quedó atontado “lloraba como un tonto pidiendo perdón” según oí decir a mi padre. Pero claro, mi padre no le tenía mucha simpatía a Berny porque siempre andaba coqueteando con las mujeres admirando sus peinados, vestidos o calzados. Pero lo que pasaba es que Brígida no quería casarse con él porque estaba a la espera de un príncipe azul que nunca llegaba, mientras que su madre la instaba a casarse con Berny porque era un buen partido. El asunto se complicó cuando una hermana de Brígida falleció dejando niños pequeños en orfandad y ella se hizo cargo de criarlos. Entonces llegó a un acuerdo con Berny: Se casarían una vez que los niños se pudieran desenvolver solos en la vida. Y así fue. Cumplieron con ese pacto y se casaron ya mayores. Brígida fue mi madrina y siempre tenía un regalo para mí. Era una mujer muy coqueta. Su casa era el punto de reunión de familiares, amigos y vecinos. Siempre había visitas. Mis padres iban a jugar a las cartas los domingos por la tarde y algún que otro feriado. Eran reuniones amenas donde se comentaban asuntos familiares y sobre todo las noticias sociales y defunciones que se publicaban en el periódico “The southern Cross” que por aquellos años se editaba tres veces por semana. Era normal escuchar esta pregunta: “Did you read the last Cross?” Pero no solamente concurrían a la casa familiares y paisanos, también los vecinos eran asiduos concurrentes como “Chola” Pando, la señora de Martello; la señora de Pirchio y los Boyle, Guillermo, su hermana Elena y Eleonora Brett, esposa de don Patricio Boyle y la encantadora “Sally” Brett. Lucy Cullen también estaba presente porque ayudaba en el cuidado de nuestra abuela y cualquiera que necesitara una compañía o colaboración en la atención de algún enfermo de la familia. Lucy era de Diego de Alvear y, como he dicho, comenzó atendiendo a mi abuela Catalina y más tarde en el tiempo, ayudó a Brígida en el cuidado de su hermana “Minnie” y luego cuando Bernardo enfermó. Lucy también era una bella persona y la recuerdo con especial afecto.


Brígida Inés Kehoe Doyle / Bernardo "Berny" Kenny Hevey



Casamiento de Juliana Kenny y Patricio Chapman
13 de febrero de 1916

6.                   Julia Ana, “Juliann”, nació el 18 de septiembre de 1890 y falleció el 12 de agosto de 1964. Contrajo matrimonio el 13 de febrero de 1916 con Patricio Chapman Maguire, que nació en 1887 y murió en Venado Tuerto el 26 de abril de 1966. Sus hijos: Guillermo, Patricio, José, Francisco y Catalina. Todos con descendencia. Los recuerdos que tengo de mi tía Juliana son los de una mujer muy suave y silenciosa, como lo era mi madre. No sé por qué, pero su figura era para mí, la de una persona muy abnegada. De niño siempre iba con mis padres de visita a la casa de Uncle Paddy y Aunt Julián y en esas reuniones los viejos conversaban muy animadamente, pero no así tía Juliana que de vez en cuándo emitía una opinión o un comentario. Yo también solía visitarlos en mi juventud. Recuerdo que tenían una hermosa casa bien distribuida y que todavía hoy conserva la fachada original. La cocina era amplia y generosa. Cuando trabajaba en la cooperativa de electricidad y era recaudador domiciliario, y me tocaba la zona donde ellos vivían (calle Rivadavia 1155), dejaba para el final de la jornada ir a visitarlos para tener tiempo de conversar con ellos. Eran personas con los que me gustaba dialogar. Versiones de mis mayores, aseguran que mi tía Juliana, cuando soltera, se dedicaba a la cría de pavos y que, para obtener una buena calidad avícola, se esmeraba en su cuidado para evitar enfermedades o pestes que pudieran afectar su calidad. Para ello dividía la granja en grupos permitiendo su fortalecimiento y obtener así una buena venta redituable. Con lo obtenido, ella se daba el gusto de comprar buenas telas para sus vestidos y sombreros elegantes que lucía orgullosamente. Era muy coqueta. Fotografías familiares dan cuenta de esta afirmación. Siempre bien vestida y a la moda. En tanto don Patricio, a la sazón mi padrino de bautismo era una persona muy interesante. De extensos conocimientos y modales gentiles; tenía la gran virtud de entablar amistad con quien fuera, sin importarle el nivel social de su eventual interlocutor. Formó parte activa de entidades intermedias. Tuvo participación en el recordado "Circulo de Obreros Católicos", cuyo edificio se inició durante su Presidencia (1928/1930). Fue un eficaz colaborador del periódico de la comunidad irlandesa "The Southern Cross", y de sus crónicas, se desprenden el dominio que tenía del inglés, un idioma de predominantes giros monosilábicos, pero que él tenía la especial habilidad de "florear", cual si fuese el idioma castellano. En las páginas del periódico están las pruebas de la comunicación que mantuvo con los suscriptores por muchos años, y de la lectura de sus crónicas, puede percibirse el espíritu de un hombre comunicativo, que imprimía a sus artículos ese "feeling" necesario para llegar a los lectores de acuerdo con el tenor de la noticia. Cuando en 1926 falleció su suegro John Kenny, en la noticia necrológica publicada por "TSC" está estampada su autoría inconfundible, la que generalmente firmaba como "A friend". En esa nota, revela importantes datos sobre la personalidad del extinto y aporta referencias sobre acontecimientos históricos protagonizados por nuestros antepasados y que hoy representan un aporte muy importante en la permanente búsqueda histórica de nuestra región. Su fluida relación social y su permanente participación en distintas entidades intermedias y religiosas, le permitió contactarse permanentemente con las autoridades del pueblo y la sociedad de Venado Tuerto.  Para cumplir con su trabajo de corresponsal del periódico “TSC” tenía una pequeña máquina de escribir, algo que no era de fácil acceso en aquellos años y recuerdo que se la prestaba a mi padre para que hiciera algunos trabajos mecanografiados cuando era tesorero de la Cooperadora de la Escuela Industrial. Después de trabajar en la estancia “La victoria” de Alejandro Estrugamou, instaló en su casa de calle Rivadavia la carnicería “La Hibernia”, que atendió personalmente con su hijo Patricio. Como lo he expresado más arriba, en el período 1928/1930, presidió el "Circulo de Obreros Católicos", cuyo edificio se inició durante su mandato.   Con el correr de los años, la institución se disolvió y el edificio quedó en manos de una comisión parroquial, la que lo administró a través de su locación a entidades privadas (clubes, empresas de espectáculos y cinematógrafos). Esta situación se prestó a confusiones administrativas y burocráticas y la Iglesia -genuina propietaria- estuvo a punto de perder su heredad. Esta situación se regularizó cuando se creó la Diócesis de Venado Tuerto y tomó posesión del cargo el primer Obispo Mons. F. Antonio Rossi (1964) quien gestionó su restitución, y le dio el destino para el que fue creado: la educación. También fue tesorero de la junta parroquial en 1933. En ocasión de realizarse la tradicional peregrinación a Luján de la comunidad argentino-irlandesa, fue el encargado de su organización y de la recaudación del dinero para solventar gastos. Esto debió ocurrir entre los años 1935/1940, cuando dos sujetos armados ingresaron a la carnicería y exigían la entrega del dinero. Ante la resistencia de don Patricio, los malhechores efectuaron tres disparos que impactaron en su abdomen. Llevado de urgencia al sanatorio Chapuis , fue atendido por su titular Dr. Luis Chapuis que, con la solvencia y la profesionalidad que lo caracterizaba, logró salvarle la vida. Aparentemente los ladrones tenían información sobre el dinero recaudado y querían hacerse del botín. 



Hijos de Patricio Chapman y Juliana Kenny

Estos son los hijos de Patricio Chapman y Juliana Kenny

  a)     Guillermo “Little Sony” nació el 30 de septiembre de 1917 y falleció el 11 de octubre de 1994. Contrajo matrimonio con María Elena Armulphi, la que falleció en Venado Tuerto el 10 de junio de 2004.  Sony y María Elena fueron padres de Juan Carlos, cuya fecha de nacimiento no tengo, pero debió ser en 1947 por cuanto mi hermano Eddiejohn escribe en su diario que falleció el 30 de junio de 1954 a los 7 años. María Elena y Sony nos visitaban seguido, y como yo era el menor de la familia, siempre estaba en casa. De esas visitas recuerdo a Juan Carlos en brazos de su mamá. María Elena y mi mamá tenían afinidad y conversaban sobre temas sociales y familiares, incluyendo la situación política que en esos años estaba muy convulsionada; mientras tanto Sony y mi padre conversaban sobre temas generales, pero el tema recurrente era la mecánica automotora, al que ambos eran aficionados. Desde muy joven Sony se dedicó a la mecánica automotor. Fue a través de esta profesión, que su relación con las personas de los distintos ámbitos donde se desenvolvía fue sólidamente respetable. Talentoso, honesto y esforzado trabajador. No eludía los compromisos y afrontaba los hechos buscando siempre una solución a las dificultades propias y ajenas que asumía con responsabilidad. Vivía intensamente entre los “fierros” que eran su pasión. Una pasión que estaba paralelamente ligada al servicio de los demás. No había horarios o feriados, fríos, calores o tempestades que impidieran socorrer a sus clientes cuando era requerido su auxilio mecánico. Siempre informado al detalle sobre los avances técnico-mecánicos; estudioso y perfeccionista, tenía su propia opinión sobre esos cambios y fundamentaba sus discrepancias o aprobaciones cuando sus pares lo consultaban a la hora de diagnosticar el origen de alguna falla mecánica que no podían resolver. Al dar la noticia de su fallecimiento, el periódico “The southern Cross”, publicó una sentida crónica expresando que a su sepelio “fueron a despedirlo los viejos y queridos amigos de tantas veladas de taller; fue como que los motores silenciaran su rugir por unos instantes para acompañar a este caballero callado e introvertido, que no dudaba en tender su mano amiga y generosa a quien la necesitara”. 

b)     Juliana Catalina “Kathy” contrajo matrimonio el 17 de febrero de 1955 con Armando Morri.  Ambos fallecieron en California, Estados Unidos, donde se radicaron en la década de 1960. Cathy y Armando fueron padres de dos hijas, Marta y Patricia. Si bien conocí a Kathy en mi infancia, no puedo dar mayores detalles de ella por cuanto se ausentó de Venado Tuerto por un tiempo, no sabría decir cuánto, y se radicó en Mendoza. Posteriormente residió en la ciudad de Buenos Aires. No tengo precisión cómo conoció a su futuro esposo Armando Morri, oriundo de la localidad de Arteaga, a la sazón sastre profesional especializado en ropa masculina de la afamada Casa Muñoz. Cuando contrajo matrimonio mi hermano Donaldo el 26 de febrero de 1965 en Rosario, ellos residían en el Barrio Fisherton. Cuando enfermó tía Juliana, Cathy estuvo a su cuidado junto con sus dos hijas, Marta de 9 años y Patricia unos menos. Según relató Jackie Kenny, Cathy era enfermera y atendió a su padre cuando éste fue internado de gravedad en el Sanatorio Dr. Luis Chapuis (hoy Sanatorio San Martín) en el año 1941. Cathy era la sobrina favorita de mi padre. A ella le gustaba cantar; tenía registro soprano y entonaba muy bien, lo que a mi padre lo fascinaba, porque siempre bregó para que nosotros cantáramos o ejecutáramos algún instrumento y no logró que lo complaciéramos, salvo mi hermano Eduardo. En las reuniones familiares que se hacían entre nuestras familias, mi padre ejecutaba el violín y mi hermano Eduardo el piano o el acordeón, y ella cantaba canciones irlandesas y otras melodías como “Amapola” una bella canción armoniosa cuyos versos me hicieron pensar que a mi padre le traía recuerdos de Irlanda.

c)      Patricio María nació el 15 de agosto de 1923 y falleció el 03 de mayo de 2003; contrajo matrimonio el 27 de septiembre de 1952 con Juana Lidia Chapman Kenny que nació el 03 de noviembre de 1924 y falleció el 18 de abril de 2023. Si bien hay testimonios de que Paddy venía seguido a nuestra casa, confieso que lo conocí en mi adultez, razón por la que transcribo el comentario que hizo uno de sus nietos en el periódico “The Southern Cross” en su obituario y que refleja fielmente la personalidad de “Paddy”. En su juventud, Patricio trabajó con su padre en la carnicería “La Hibernia”, y posteriormente, y por iniciativa propia, se fue al campo, donde trabajó en estancias de gran extensión en la Provincia de Buenos Aires. En 1955 y hasta 1961 se desempeñó en la estancia “Los Ángeles” de la familia Güemes, descendientes del caudillo Salteño, en Cañuelas. El 27 de setiembre de 1952 contrajo matrimonio con Lidia Chapman en Sancti Spíritu (Santa Fe), donde residía su prometida, y en   1962 ocupó el cargo de mayordomo en la estancia “La Enriqueta”, de Alejandro Estrugamou en Carmen de Areco. Después del fallecimiento de Estrugamou, continuó trabajando hasta 1982 en el mismo establecimiento, que pasó a llamarse “La Guardia”, oportunidad en que se acogió a los beneficios jubilatorios y se radicó con su familia definitivamente en Venado Tuerto. En una crónica impecable publicada por The Southern Cross en junio pasado, su nieto Daniel O’Brien hace una descripción de su abuelo y se pregunta: ¿Cómo podría contarles quién fue mi abuelo Patricio? Puedo decirles que fue un verdadero gaucho irlandés, un hombre de palabra, un trabajador incansable, un católico devoto, un honesto patriota. Pero tal vez lo más importante es que fue un padre ejemplar para sus siete hijos y un abuelo cariñoso para sus doce nietos. Don Patricio Chapman falleció el pasado 3 de mayo en Venado Tuerto, la misma ciudad que lo vio nacer hace 80 años. Así partió, de madrugada, para cumplir con la cita impostergable de su destino. La familia entera lo va a extrañar porque Patricio fue más que un querido abuelo; fue un verdadero patriarca para quien no hay palabras de gratitud suficientes. Se ha ganado el merecido descanso, ya que empezó a trabajar desde niño junto a su padre. A los 17 años dejó su casa paterna para dedicarse a las labores del campo. Nada le gustaba más que sentir la intangible inmensidad de la llanura pampeana bajo la cúpula celeste y blanca. Como todo buen celta, el abuelo Patricio amaba los caballos y tuvo el privilegio de vestir el uniforme de los Granaderos de San Martín. Más tarde formó una hermosa familia junto a su fiel esposa Lidia y sus hijos Paddy, Mercy, Marta, Ricardo, Carmen, Roberto y Tessie. Frente a la adversidad supo oponer su recio carácter y firmes convicciones. También supo disfrutar de las alegrías de la vida con su fino humor y su profundo conocimiento de la naturaleza humana. Además, nos enseñó con su ejemplo el verdadero significado de las palabras humildad, honradez, entereza y nobleza. En cierta forma, Patricio aún vive. Ahora mismo debe estar taloneando su caballo moro sobre la gran pradera verde, galopando sin parar hasta el horizonte. Porque nadie muere por completo mientras sea recordado con afecto y hay personas que son sencillamente inolvidables. Daniel Patricio O'Brien

d)     José Mercedes nació el 24 de septiembre de 1928 y falleció en Buenos Aires el 07 de diciembre de 2005.  Contrajo matrimonio el 25 de abril de 1959 con Ángela Claus, la que falleció el 03 de septiembre de 2013. Ambos están sepultados en el cementerio Jardín de Paz, Pilar, Prov. de Buenos Aires. Fueron padres de 1 hijo, Daniel. José era muy compinche de mi hermano Pedro y componían el grupo con mis otros dos hermanos: Eduardo y Donaldo, que pasaban sus vacaciones en la casa de mis tíos Inés y Eduardo Kenny que habitaban la antigua casa de mis abuelos y no tenían hijos. En reuniones familiares, siendo mayores, salían a la luz las aventuras que vivieron en su adolescencia, muchas con ribetes cómicos. Según mi hermano Donaldo, que siempre tenía la costumbre de fijarse en gestos y comportamientos de las personas y adornar sus imitaciones para darle comicidad a su relato, me dijo que a José le gustaba vestir con elegante extravagancia.  Entonces me contó que un día José llegó a nuestra casa montado a caballo luciendo un sombrero de cowboy que se había comprado para seducir a una chica que cortejaba en San Eduardo cuando trabajaba en el campo con mi tío Eduardo. Deduzco que ese episodio debió haber sido alrededor del año 1945, porque en 1949 José se fue a trabajar a la estancia “Bosque Alegre” de alta Gracia en la provincia de Córdoba, donde se encuentra el Observatorio Astronómico. (carta enviada a tío Eduardo el 15/5/1949). Es muy probable que esta inclinación por vestir elegante y con prestancia, lo haya heredado de su mamá Juliana, que era de vestir galanamente. Desconozco si José ha cumplido con el servicio militar, porque ahí hay un hueco que no puedo precisar hasta cuando ingresó a trabajar en una empresa dedicada al tendido de redes de gasoducto y que le dio la oportunidad de viajar por el mundo, especialmente a los países de medio oriente tras el hallazgo de yacimientos petrolíferos y que en la década del 70 dio origen al tan famoso petrodólar. Más adelante, se radicó en Buenos Aires y trabajó en la embajada de los Estados Unidos donde se desempeñó con responsabilidad y solvencia. Recuerdo que me regaló unos libros de autores norteamericanos que la embajada obsequiaba a sus dependientes. Sin dudas el mundo es muy pequeño. Cuando integré el Consejo Directivo de la comunidad argentino-irlandesa de Venado Tuerto, tuve a mi cargo la contratación de medios de transporte para asistir a encuentros anuales de la comunidad. En varias ocasiones contratamos los servicios de “Valentina Tours”, cuyo propietario era Roberto “Ronnie” Ortiz. En una ocasión lo llamé al celular para concretar un viaje y Ronnie estaba en Córdoba trabajando en un tendido de gas de Techint y su tarea era transportar empleados y obreros de la empresa, razón por la que lamentaba no poder complacerme. Unos minutos más tarde me llamó él por teléfono y me dijo que un ingeniero de Techint estaba cerca de él cuando había nombrado mi apellido y le dijo que él también se llamaba Wallace de parte de su abuela. En resumidas cuentas, se trataba del Ingeniero Santiago Leonard, a quien yo no conocía personalmente, pero sí lo ubicaba en el árbol genealógico familiar. Fue así como nos pusimos en contacto y Santiago viajó a Irlanda donde se conoció con los parientes Wallace que, de paso, le regalaron una foto antigua de su abuelo. Lamentablemente Santiago falleció el 28 de febrero de 2016 a los 44 años. Era descendiente de Margarita Wallace Cassidy casada con Santiago Leonard. Cabe acotar que tres hermanas Wallace se casaron con tres hermanos Leonard y las tres tuvieron descendencia. Pero la historia con Ronnie no terminó ahí. En otro viaje que hicimos más adelante, viajaba con nosotros Carmen Chapman y cuando Ronnie estaba revisando el listado de pasajeros, me preguntó si Carmen Chapman era familiar de José Chapman. Por supuesto, Carmen era sobrina de José, a quien Ronnie conoció también a través de la empresa Techint y habían entablado una estrecha amistad. Pasó mucho tiempo y nunca volvieron a reunirse. Cuando Ronnie, en ocasión de viajar a Buenos Aires, quiso ir a saludarlo, pero José estaba muy enfermo y falleció antes del encuentro. Ronnie falleció durante la pandemia del COVID. Pequeñas historias que unen a las personas a través de vivencias compartidas en tiempos y lugares comunes, que quedan guardados en la memoria de sus protagonistas.

e)     Francisco Javier “Bonty” nació el 3 de diciembre de 1933 y contrajo matrimonio el 03 de diciembre de 1960 con Shirley Widmer, que falleció el 12 de enero de 2017 en General Villegas, Bs. Aires y sepultada en el cementerio de Venado Tuerto. Francisco Javier falleció en Rio IV, donde está sepultado, el 08 de enero de 1992. Francisco y Shirley tuvieron una hija: Sandra. A “Bonty” lo conocí muy bien. Siendo jovencito de pantalones cortos, venía siempre a nuestra casa. Mi padre cita en su diario el miércoles 17 de abril de 1946, que Bonty lo ayudó a instalar la ventana de la pieza nueva que había construido don Patricio Moyano. Travieso y camorrista inofensivo. Un día tuvo un entredicho con un pibe del barrio que lo corrió hasta nuestra casa, y Bonty logró trepar a uno de los pilares del cerco que había al frente. Era una escena cómica, porque desde las alturas Bonty observaba a su perseguidor con los brazos en jarro, mientras su rival lo conminaba a que bajarse para pelear.  La controversia se terminó cuando, atraído por el alboroto, apareció don Eduardo.  No recuerdo cómo terminó el jaleo, pero seguramente hubo alguna reprimenda, porque todo se apaciguó al instante. Bonty conocía todos los vericuetos de la ciudad, los cafés, los bares, los clubes, los cines… Estaba al tanto de todo lo que acontecía en la vida social de la ciudad. Debió ser alrededor de 1947/48 cuando ingresó al seminario de la congregación Pasionista en Vicente Casares, pero su estada en el claustro fue muy breve, porque el 3 de enero de 1949 regresó a la vida laical. Tal vez haya sentido en ese momento la vocación al sacerdocio porque era muy religioso, lo que no significa ser santurrón. Siempre hacía planes fantásticos, a veces con ribetes cómicos. Tenía el delirio por hablar en inglés y darles a sus palabras en castellano la tonada inglesa. A través de su hermano José que trabajaba en la embajada de EE. UU., logró que lo tomaran como empleado encargado del parque automotor de la representación diplomática, atento a sus conocimientos mecánicos adquiridos en el taller de su hermano “Sonny”. Como empleado de la embajada hizo imprimir unas tarjetas (no sé si por cuenta propia o de su empleador) que decía: Francis Xavier Chapman y debajo, siempre en inglés, un título ostentoso que lo identificaba como jefe del taller automotor de la sede diplomática. La sensación era que todo andaba viento en popa, porque un día llegó a nuestra casa con un automóvil aparatoso color negro con escudo y bandera estadounidense estampados en la puerta, parecía “la bestia” como denominan los yankees a los autos presidenciales. Dado mis pobres conocimientos sobre marcas y modelos de automóviles acotados en los tradicionales Ford y Chevrolet, le pregunté qué marca era el vehículo, a lo que muy ceremoniosamente me respondió: “stiudebeker”, lejos de mi pronunciación “estudebaquer”. Pero Bonty era así y nada ni nadie le iba a cambiar el genio, condición que lo llevó a cometer torpezas cuando comenzó a salir de garufa con empleados de la embajada Yugoeslava, la contra de los EE. UU. Por lo tanto, los observadores yanks, ni lerdos ni perezosos, lo comenzaron a seguir. Un día le presentaron los informes a José y le aconsejaron tratar de encarrilar a su hermano porque si volvían a encontrarlo frecuentando los yugos, le pelaban la cola y su propio puesto peligraba. Eso ocurrió en el año 1964, porque en una particular circunstancia familiar, fui testigo de la preocupación de José porque al regresar a Buenos Aires no sabía si conservaba su trabajo. Era la suya, una situación muy complicada. Pero, por otra parte, Bonty poseía aptitudes meritorias. Sobresalían su carácter sereno y diplomático y, sobre todo, su espontánea solidaridad.  Si hacía una invitación para tomar un café, un whisky o una cena, seguro que pagaba él. Si en otras circunstancias no lo hacía, era porque estaba cortado. Si había que hacer guardia para cuidar a un enfermo o acompañar en un velatorio, ahí estaba Bonty, siempre dispuesto a colaborar y hacer el aguante; si hacía frío y alguien no tenía abrigo, seguro que él ofrecía el suyo. Bonty fue quien, en el año 1966 planificó con gente de Buenos Aires la primera visita a Venado Tuerto de un embajador irlandés. El evento fue tan exitoso que propuso a la comisión organizadora promover encuentros anuales en distintas ciudades a fin de integrar a Venado Tuerto al resto de la comunidad de todo el país. De esa manera se realizó en octubre de 1968 el primer encuentro nacional de la comunidad argentino-irlandesa en Venado Tuerto y que continúa hasta el presente. Sobre esto, diremos que “Bonty lo hizo”  Cuando falleció envié su necrológica al periódico “The Southern Cross” y tanto su hermano José como mis primos Santiago Downes y Jackie Kenny me dijeron que lo había pintado a tal cual era. 

7. Eduardo “Eddie”. Hombre de lectura permanente, cultivaba su intelecto a través de múltiples medios escritos. Recibía semanalmente toda clase de literatura formadora además de periódicos y revistas. Amante de la política, se devoraba los “diarios de sesiones” de las cámaras legislativas nacionales, donde se publicaban los debates parlamentarios, que luego comentaría con su hermana Rosa, que, como él, seguía permanentemente los acontecimientos políticos.  También compraba regularmente los diarios nacionales y locales, además de publicaciones de índole religiosa. Era suscriptor de la conocida revista católica “Criterio”, considerada de vanguardia. Cuando era jovencito Father Sheehy lo entusiasmó para que fuera sacerdote y le propuso llevarlo al Seminario, nunca se supo por qué no siguió la carrera eclesiástica, ¡pero años más tarde se lamentaría diciendo “What a fool I have been!”. Sin dudas, Father Sheehy tenía “ojo clínico” para elegir obreros para la mies, aunque en este caso no tuvo éxito.

 

Casamiento de Eduardo Kenny e Inés Dunne
06 de julio de 1932

En San Eduardo, estaba “fichado” y figuraba en las “listas negras” que circulaban durante el gobierno peronista. Las continuas críticas al régimen, al que consideraba despótico, le dieron sus buenos dolores de cabeza. En conversaciones familiares comentaba que cuando el sacerdote rezaba una oración ordinaria de la Misa (pre-Conciliar), en la que decía algo así como “...líbranos de los espíritus malignos que andan por el mundo para la perdición de las almas”, a él se le venía a la mente la imagen de Juan Perón, como el espíritu malvado que deambulaba pervirtiendo a las almas.

Tenía un alto espíritu democrático y de argentinidad. En las fechas patrias flameaba a lo alto de su casa la bandera argentina. Recuerdo que, en una conversación familiar, alguien expresó su parecer sobre los “natives” en este caso refiriéndose a los estibadores, llamados “esquineros”, osó decir que eran vagos. Eddie no se hizo esperar y reaccionó con suavidad, pero contundente: “Si fueran vagos estarían durmiendo, ellos quieren trabajar y si algunos son pícaros o tramposos, es porque los gringos les enseñaron esas mañas”. Consideraba que el hombre nativo argentino, era un buen trabajador, manso, honesto, sacrificado y que, a veces engañado por el gringo que se aprovechó de esa mansedumbre, lo obligó a defenderse de la misma manera.

 

Sobre estos temas laborales y los derechos del peón rural, Eddie tenía conocimientos sólidos. Cuando falleció su hermano Jack, asistió a su cuñada Marcela Gaynor. Jack había enfermado de carbunco cuando se hirió accidentalmente al cuerear una vaca en el campo de Estrugamou y éste se negó a pagar el seguro que por ley le correspondía, razón por la que se inició una demanda judicial que finalmente se ganó, pero con costas elevadas que debió afrontar la demandante porque Estrugamou también se negó a pagar, a pesar de su obligatoriedad.

 

Cuando Eduardo Huhn escribió el libro “Reseña de Venado Tuerto”, tanto Eddie como mi madre, que conocían muy bien a Huhn y compartieron con él muchas reuniones sociales, se mostraron indignados por la insinuación que hace sobre la fundación de Venado Tuerto, dando a entender que Estrugamou fue el fundador. Una actitud muy olfa de Huhn hacia el personaje, a quien encumbró como persona de “honradez acrisolada que detestaba la holgazanería y la mentira y ayudaba materialmente a quien lo necesitara”. Una zalamería fuera de la realidad. Recordemos que Casey no llevaba libros contables y que muchos alcahuetes que lo rodeaban se enriquecieron a costa de esas desprolijidades de Casey que no midió las consecuencias financieras que finalmente lo llevaron a la ruina, pero que, en absoluto, mellaron su honestidad y nobleza.

Eddie contrajo matrimonio a los 39 años con Inés Dunne, una mujer también autocultivada intelectualmente. Había trabajado de dama de compañía para una acaudalada familia porteña que la llevó con ellos a vivir durante algunos años a Inglaterra. Su convivencia con esta familia de origen británico sirvió para que ella cultivara su intelecto y progresara en su lenguaje y escritura inglesa y se interesara por todo lo que acontecía en el círculo familiar, social y el mundo, costumbre que compartía con su esposo, lo que me permite imaginar la razón de su afinidad con Eddie.

                                     

8.      Rosa, nació el 14 de mayo de 1898 y murió el 17 de noviembre de 1985. Contrajo matrimonio el 18 de abril de 1928 con Eduardo Wallace O’Reilly que nació en Irlanda el 09 de abril de 1889 y murió en Venado Tuerto el 18 de octubre de 1980. 


Rosa Kenny / Edward Wallace
18 de abril de 1928

Es difícil para un hijo describir la personalidad de sus padres. Los hijos, generalmente no vemos defectos en ellos, aunque sí solemos reprocharles algunas actitudes para con nosotros. En cuanto a mi madre, diré que era muy dócil, de hablar suave y silencioso, sin estridencias ni efusiones, aun disgustada o de buen humor, que por cierto lo tenía. Siempre trataba de poner serenidad donde había alboroto, especialmente entre sus hijos y siempre imploraba en inglés “For God’s sake”, para que dejáramos de discutir. Un día se armó una discusión entre mis hermanos Pedro y Eduardo, pero ahí entró a tallar Don Eduardo que fuertemente puso coto a la controversia. Eduardo lloraba, mientras que Pedro, más curtido, guardó silencio con la cabeza gacha. No recuerdo haber presenciado otra trifulca entre hermanos. Particularmente tuve un entredicho con mi hermano Donaldo, siendo ya mayor de 18 años. Si mal no recuerdo, fue por la compra de unos sillones que hizo mi madre y a él no le gustaron, diciendo que yo había influido sobre ella para esa compra. Ese reproche me afectó tanto que me tumbé en mi cama y lloré dolorido. Entonces oí a mi padre decirle a Donaldo que no era justo lo que me había dicho porque yo trabajaba y aportaba para la casa y que no era un holgazán como aparentemente me insinuó mi hermano. Pero todo terminó ahí. Bueno es aclarar que nuestros padres jamás nos pusieron una mano encima para castigarnos. La mirada de mi padre era suficiente para poner orden y autoridad.

Creo no equivocarme si digo que mi madre era más bien romántica. Tenía una hermosa caligrafía y escribía en un cuaderno las canciones sentimentales irlandesas y algunas poesías románticas. También tenía algunos discos de John McCormack, famoso tenor irlandés muy popular en la comunidad en la década de 1920, cuando grabó sus canciones en los Estados Unidos. 

Por otra parte, diré que, si bien no era de una severidad extrema, siempre vigiló nuestro comportamiento con rigor, aunque se notaba que la mayor rigidez provenía de nuestro padre, cuya autoridad era indiscutible. Mi madre era muy religiosa, resultado de una educación religiosa extremadamente cerrada. Todo lo terrenal estaba ligado al pecado, y el pecado estaba al acecho en cada uno de nuestros actos cotidianos, tanto para los varones como para las mujeres, donde escuchar novelas en la radio, depilarse, leer revistas de la farándula, cómicas o de aventuras era sinónimo de pecado. Todo eso era obsceno, en consecuencia, estaba prohibido. Un día nuestros vecinos Américo Passera y su esposa iban a llevar a su pequeña hija Mabel a la función de un circo instalados por esos días en la ciudad, y querían llevar con ellos a mis hermanas Sheila y Patricia. Para ello tuvieron que gestionar largamente el permiso de mis padres que no estaban convencidos de permitirlo, hasta que finalmente lograron el permiso y las chicas pudieron ir y disfrutar por primera vez de una función circense.  El argumento negativo era porque el lenguaje y los gestos de los payasos, generalmente eran obscenos y las acróbatas vestían ropas ligeras, por consiguientes era lujurioso.

Sabiendo de sus conocimientos gramaticales, en mi adolescencia escribía mis cuentos en un cuaderno y se los daba a ella para que los corrigiera. Eran cuentos gauchescos ambientados en el campo, basados en los peones que conocí en lo de mi tío Eduardo y de los boliches de nuestro barrio, frecuentados por troperos que se reunían al atardecer cuando regresaban de sus trabajos en las ferias ganaderas. Allí, esos hombres curtidos por soles y vientos camperos compartían sus momentos de descanso, unos conversando en la barra sobre los hechos del día, otros jugando a los naipes y algunos guitarreando junto a un improvisado payador, todos acompañados de potrillos de vino tinto y pitando cigarrillos que invadían de humo el ambiente bolichero. ¿Qué hacía yo en esos boliches? Iba a comprar cigarrillos para mis vecinos Tito Arduino y Pancho Varela o simplemente ir a comprar un cucharón de maníes que se vendían a granel.

Un día mi hermana Eileen me regaló para un cumpleaños dos revistas de aventuras de Roy Rogers, un cowboy que perseguía a rufianes en el lejano oeste. ¡Pobre Eileen! Se ligó un reto por ello. No estaba permitido todo aquello que involucrara violencia, uso de armas o rencillas. Para el próximo cumple me regaló un libro con cuentos de los hermanos Grimm, entre ellos “El Rey Cuervo”, cuento que leí y releí muchas veces; luego vinieron los cuentos de Charles Dickens y la clásica “Historia de dos ciudades”, hasta que, ya adolescente, llegó “Cumbres Borrascosas” de Emely Brontë, novela que me impactó y también releí muchas veces. Finalmente, ya en mi juventud leí “1984” de George Orwell y me aterró pensar que nosotros pudiéramos llegar a ser víctimas de regímenes totalitarios. Era en la década del 50, en pleno apogeo del peronismo. 

En cuanto a mi padre, como he dicho antes, era muy severo, pero comprensivo. Nunca nos propinó castigos, ni físicos ni disciplinarios. Era como que, con su mirada, nos decía todo. Eso tal vez, haya sido el motivo de nuestro aislamiento personal. Según me dijo un prestigioso psiquiatra, ese aislamiento entre padre e hijo se rompe cuando en un determinado momento se produce un choque generacional entre ambos. Cuando me dijo eso, recordé el momento en que tuve una discusión frente a frente con mi padre. Yo había estado ausente de casa desde la mañana hasta el atardecer. Cuando regresé me encaró y me preguntó por dónde andaba que en casa nadie sabía de mí. El tono de reproche con que me lo dijo me tomó de sorpresa, entonces le pregunté medio sacado: “Ahora te preocupás por mí. ¿Dónde estabas cuando me fui al servicio militar y estuve aislado durante un mes sin tener noticias de ustedes? ¿Fuiste al cuartel para verme y saber cómo estaba?” Se hizo silencio y yo me fui a mi dormitorio. Fue increíble ese clic que se produjo entre ambos. Creo que ahí comenzamos a conversar de hombre a hombre, a interesarnos el uno por el otro qué opinaba sobre tal o cual cosa y el por qué uno pensaba de una manera o de otra. Fue interesante. Diría que desde ese momento fuimos dos buenos amigos confidentes. La ausencia de mi padre a la que me refería fue cuando se desató una asonada militar en abril de 1963 y estuvimos acuartelados durante aproximadamente un mes sin poder comunicarnos con nuestras familias. Pero los padres de algunos soldados fueron al cuartel a informarse sobre la situación y pudieron encontrarse con sus hijos. Se ve que eso sacudió a mi viejo.

Siendo el menor de la familia, mis padres me llevaban con ellos adonde fueran. Con mi padre compartí muchos momentos desde niño. Una vez fui con él a juntar marlos a lo de Gino Braida, en aquel momento chacarero de tío Mateo Chapman, y Gino le preguntó a mi padre por qué yo no estaba en la escuela, a lo que respondió: “Los mayores están en la escuela, él todavía tiene tiempo para ir”. Deduzco que debo haber tenido 5 o 6 años. Quedaron en mi memoria esos días de pleno invierno, donde los campos se vestían de blanco y el sol del amanecer dibujaba largas sombras sobre el terreno. A media mañana la señora de Gino nos avisaba que ya estaba listo el mate cocido. En la cocina el clima era cálido y saboreábamos con fruición el bol de mate cocido acompañado con pan casero, manteca y miel que la señora nos servía gentilmente.  En otra oportunidad, siendo ya adolescente, fui a ayudarlo a cosechar maíz de guinea con la que fabricaba escobas, y con los troncos del cereal, construyó el techo de un quincho a dos aguas que también ayudé sujetar con alambre a los tirantes del esqueleto que había armado previamente. Ahí instaló su máquina de hacer escobas, que él mismo fabricó y donde comíamos los sabrosos asados que preparaba los domingos en pleno verano.

Cuando falleció sentí un profundo dolor. Su muerte llegó después de sufrir una caída que le fracturó la cadera. Nunca se recuperó y me dio la sensación de que no quiso seguir viviendo. Sólo Dios sabe cuántas cosas volvieron a su mente cuando se despertó una arteriosclerosis que lo transportó a su juventud en su amada Irlanda. 

Familia Wallace Kenny año 1954

Estos son los hijos de Eduardo Wallace y Rosa Kenny

a)     Eileen Rosa, nació en Venado Tuerto, el 1º de julio de 1929. Falleció el 30 de noviembre de 2021. Soltera. Siempre dije que Eileen fue mi segunda mamá. Cuando nací mi madre tenía 44 años y en aquellos años esa edad era considerada avanzada. Además, tenía a cargo la crianza de sus otros 6 hijos y aunque tenía generalmente una persona que la ayudaba en los quehaceres domésticos, su actividad como madre y esposa se hacía más pesada a medida que los hijos iban creciendo y las obligaciones eran mayores. Eileen colaboraba con ella en los quehaceres y en el aseo y cuidado de mi vestimenta y la de Patricia y seguramente también la de Sheila. Estudió el primario en el Colegio Santa Rosa de Venado Tuerto y luego el secundario en el Colegio Santa María de San Antonio de Areco, donde estuvo pupila y obtuvo el título de maestra de inglés, que perfeccionó en la cultura inglesa de Venado Tuerto (1948). En el colegio Santa María cultivó amistades que duraron toda la vida: Maguita Devereaux, Lizzie Smith, Mary Jeane Clancy y María Isabel Maguire, a quienes sobrevivió. Posteriormente, estudió en el Instituto de Educación Superior N.º 7 de Venado Tuerto, donde obtuvo el título de profesora de inglés. En sus comienzos, (1949) fue maestra de los hijos de don Roberto Cavanagh: Susana, Lucía, Roberto, Carlos y Santiago en la estancia “El Quirquincho” de La Chispa y años más tarde a los hijos de la familia Whitelegg Young (1954) en la estancia “San Guillermo” de María Teresa. Siempre ejerció la enseñanza del idioma inglés de manera particular y contó con muchos alumnos. También viajaba a dar clases a la localidad de Elortondo (1958). Minuciosa al extremo con el idioma, casi -diría- obsesiva. Muchas veces evitaba consultarla sobre algunas palabras, su pronunciación o su significado, porque hasta que no me daba la respuesta correcta no se quedaba tranquila. Al decir de mis familiares irlandeses, hablaba un inglés perfecto. En su vida tuvo un incipiente noviazgo juvenil con Jorge Cosentino, prestigioso ingeniero químico que tuvo participación en la construcción de la usina termonuclear de Atucha. La relación no prosperó y finalizó cuando Jorge se fue a estudiar a Buenos Aires. Un hecho particular se produjo cuando, en el mes de octubre de 1977, en ocasión de pasar por Venado Tuerto el reactor nuclear que se instaló en Río III (Córdoba), toda la población se volcó a la ruta 8 para presenciar el gigantesco operativo “Calandria”. De pronto un señor se bajó de un automóvil que venía en la caravana y fue directamente adonde estaba Eileen. Grande fue la sorpresa, era Jorge Cosentino que la reconoció y fue a saludarla. En su vida tuvo muchos pretendientes, pero el destino no quiso que concretara ninguna relación afectiva. De modales suaves y refinados, Eileen era una persona encantadora. Junto a Shiela, asistió a Eduardo y a nuestros padres hasta el fin de sus días. En el año 1997 tuve que someterme a una operación de un quiste tirogloso en la ciudad de Rosario, y cuando me trasladaban a la habitación del sanatorio después de la operación, a la primera que encontré fue a Eileen quien esa misma mañana muy temprano viajó desde Venado Tuerto. Fue una grata sorpresa para mí. También estuvo ahí Donny que en esos años residía nuevamente en Rosario. Hasta unos meses antes de su fallecimiento, ella se movilizaba con total autonomía personal, pero sorpresivamente y en breve tiempo falleció serenamente y paz en la antigua casa de Alem 545 a los 91 años.

 

b)     Pedro Leo, “Peter” nació el 12 de enero de 1931 y falleció el 22 de mayo de 2019. Contrajo matrimonio con Dora Beatriz Pérez, el 16 de febrero de 1960. Pedro era muy protestón, pero a su vez muy cariñoso. Recuerdo que cuando siendo yo muy chico, me abrazaba con fuerza y me hacía renegar, lo que en inglés decíamos “teasing me” continuamente. A su vez era muy gruñón, especialmente por la mañana temprano, cuando competíamos por entrar al baño antes de partir al trabajo y al colegio. Él nos llevaba todas las mañanas en el auto, pero era muy remolón para levantarse temprano, entonces perdía el turno del baño y se ponía loco. Era muy hábil para zafar de algunas tareas hogareñas, como secar los platos, tarea que por turnos les correspondía a los tres varones mayores, mientras que Eileen lavaba la vajilla, Sheila ayudaba en la cocina y con Pachi nos encargábamos de tender y levantar la mesa que era muy completa. El día que le tocaba el turno a Pedro, por una u otra razón se esfumaba y los que hacían la tarea eran Eduardo o Donaldo. El 5 de marzo de 1944, junto con Eduardo, ingresó como pupilo al Colegio San Pablo de Capitán Sarmiento y en 1947 comenzó el secundario en el Colegio Sagrado Corazón donde integró la banda de música, pero en 1949 abandonó sus estudios y entró a trabajar en el taller mecánico de “Sonny” Chapman. En febrero de 1952 fue llamado a revisación médica para cumplir con el servicio militar obligatorio, pero fue eximido. Ese mismo año ingresó al taller mecánico de la firma Sarbach Hnos., concesionaria de la empresa Ford. Años más tarde, en 1956, se empleó como viajante en la empresa Firestone donde se desempeñó con gran solvencia. Se entusiasmó tanto con el trabajo que decidió independizarse y dedicarse por su cuenta a la venta de elementos rurales (tranqueras, postes, molinos, aguadas y demás). Para ello se compró un automóvil y salió a recorrer la zona rural.  Pero no era lo mismo que vender cubiertas para Firestone cuyos clientes eran compradores seguros que tener que convencer al cliente para la compra de productos menos conocidos y más competitivos. Frustrado su intento, pidió ser reincorporado a la empresa Firestone. Gracias al buen concepto expresado por los clientes y al prestigio que se ganó en la empresa por su honestidad y contracción al trabajo, fue admitido nuevamente, algo inusual en las multinacionales. Cuando hizo la devolución del automóvil, los encargados de recibirlo se sorprendieron por el excelente estado de conservación del vehículo. De jovencito tenía inclinación por los dibujos y la pintura, lo que lamentablemente comenzó a estudiar siendo ya una persona mayor; de haberse iniciado en su juventud, tal vez hubiera logrado destacarse en la materia. En su bohardilla dejó muchos dibujos y pinturas. Tenía mucha habilidad para trabajos manuales. De chico fabricaba lo que se conocía entonces como “autitos a piolín” época en que había que tener destreza para confeccionarlos ante la falta de materiales maleables, muy lejos entonces de los que existen en la actualidad. Generalmente hacía copia de los autos TC de los hermanos Gálvez, de los que era fanático admirador en épocas donde se competía por la supremacía de los Ford/Chevrolet. En cierta medida, diría también que Pedro era muy ingenuo. Se me ocurre que no estaba bien informado y se creía todo lo que le decían. Usaba eso tan común que es “fulano de tal me dijo” y lo repetía sin certezas. A veces decía disparates que nos ponía en dudas si lo decía en serio o en broma. Eso le pasó cuando decidió abandonar la empresa Firestone. Los “Tom, Dick and Harry” que siempre están al toque, le llenaron la cabeza, sin reparar que Pedro no tenía vocación de vendedor independiente con capacidad de convencimiento y porque carecía de la locuacidad que tienen los que venden humo. Años más tarde lo trasladaron a la ciudad de Mendoza y finalmente se jubiló en Firestone y regresó a Venado Tuerto. Pedro y Dora tuvieron cinco hijos: Guillermo, Moira, Mónica, Celina y Lucila todos casados y con descendencia.

 

c)      Eduardo Juan, “Eddiejohn”, nació el 2 de agosto de 1932 y falleció soltero el 21 de febrero de 2001. Minucioso, inteligente y servicial. De trato dócil y reservado. Si bien nunca mostraba su enojo, de vez en cuando tenía sus arranques, pero eran como si fuera un enojo consigo mismo, no con los demás. Fue el que siempre se ocupó de equipar la casa con los elementos nuevos. La primera cocina a querosén, el primer lavarropas y el mantenimiento del viejo Ford35. Su gran pasión era la mecánica automotora.  Su primera maestra, como las de todos mis hermanos, fue la señorita Dora Iturbide, cuya eficiencia quedó demostrada cuando en 1944 ingresó como pupilo al Colegio San Pablo de Capitán Sarmiento junto con Pedro y ambos fueron aceptados como alumnos adelantados, hasta el año 1946. En 1947 se incorporó al Sagrado Corazón hasta fines de 1948 cuando finalizó el 2º año comercial. El 15 de marzo de 1949 ingresó al Colegio Industrial de la Nación (hoy ENET) donde fue elegido por sus pares como el mejor compañero y recibió como premio un ejemplar de la primera edición del libro “La razón de mi vida” de Eva Perón. Era brillante en matemáticas y literatura, además de ejecutar música en piano y acordeón. Estudioso de la teología, hubo intentos de varios sacerdotes de convencerlo para que ingresara al seminario dada su devoción religiosa, pero el propósito de los religiosos no prosperó. En febrero de 1953 fue incorporado al servicio militar obligatorio con destino al Regimiento de Infantería Nº 28 de Goya, provincia de Corrientes y fue dado de baja el 11 de noviembre de 1953.  Cuando regresó no quiso volver al colegio, prefirió trabajar y el 04 de enero de 1954 ingresó a la fábrica de cosechadoras Giubergia SRL. Los ejecutivos de la empresa, que habían reparado en su capacidad y la prolijidad con que hacía su trabajo, lo enviaron a la ciudad de Rosario para capacitarse en el manejo de una rectificadora moderna que, una vez adquirida, la manejó durante varios años y capacitó a otros empleados para hacerlo. Pero, como sucede a menudo, la mezquindad empresarial no valoró su trabajo y lo equipararon con los demás empleados amateurs a los que él había capacitado para su manejo. En consecuencia, renunció y se fue a trabajar a la firma concesionaria de los tractores Hanomag, de la conocida firma comercial Sarbach Hnos. como mecánico reparador. Años más tarde, cuando el campo propiedad de nuestros padres fue recuperado después del desalojo de los arrendatarios, Eduardo se fue a trabajar como empleado de mi tío Eduardo y a velar por el campo familiar haciendo acuerdos con productores para la siembra y cosecha de cereales y a su vez intercalar con la cría de hacienda. Fueron tiempos muy duros para el campo y para su salud que no era de la mejor. Finalmente, quebrantada su salud a raíz de sucesivas operaciones de úlcera y deficiencias cardíacas, debió mantener reposo, por lo que regresó a la casa paterna. Entonces, el lugar donde vivía en el campo fue abandonado y se convirtió en una tapera que fue saqueada por ladrones y arruinada por las alimañas. La última vez que fue operado en la ciudad de Rosario adquirió una infección intrahospitalaria que resultó fatal. Fue muy penoso verlo entregado a lo que él sabía era su final. Al hablar con sus amigos y compañeros que tuvo en la vida, todos lo recuerdan con gran afecto y admiración, tanto por sus cualidades humanas como por su intelecto. Fue dirigente de la Acción Católica y participó de congresos organizados por la asociación. Integró el Coro Juan Sebastián Bach bajo la dirección de María Esther Boyle y Elsa Solís en el registro vocal bajo.


d) Donaldo Benedicto, “Donny”, nació en Venado Tuerto el 11 de septiembre de 1934. Contrajo matrimonio el 26 de febrero de 1965 con Juana María Didoné. Donaldo también fue alumno interno en el Colegio San Pablo, donde ingresó en 1946, un año después que Pedro y Eduardo. En 1947 comenzó en 5º grado al colegio Sagrado Corazón y, en 1950 inició el secundario en el Colegio Industrial (hoy ENET). El 2 de enero de 1955 fue incorporado al servicio militar obligatorio (2 años en la Marina) y el 9 de febrero de 1957 fue dado de baja. Estuvo más de dos años bajo bandera, tiempo que perdió de estudiar, pero reinició sus estudios y se recibió en 1958 (entonces los cursos tenían una duración de 7 años). En su juventud, era muy divertido. Hacía chistes y contaba anécdotas de hechos que decía haber presenciado; generalmente eran aconteceres curiosos y algunos cómicos. Nunca sabremos si esas historietas eran inventadas o reales, pero a nosotros nos divertían. Después que terminó sus estudios, planificaba mejoras edilicias para la casa. Además de haber diagramado el plano de la reforma que se hizo de nuestra casa asesorado por el Ingeniero Roberto Meier, ideó una entrada para el auto que pavimentó con cemento y una serie de lajas que fabricó con moldes que le facilitaron los hermanos Zampana que tenían una fábrica de estructuras de cemento en calles 25 de mayo y Edison. Actualmente, año 2023, esas reformas todavía existen. En 1959 comenzó a trabajar en Vialidad Provincial y un año más tarde como dibujante técnico, en la fábrica de tractores John Deere de Rosario. En este período tuvo contratiempos en su vida personal, rompió con un largo noviazgo de adolescencia y se relacionó con una alumna del Colegio Santa Rosa, relación que no prosperó y tuvo un final abrupto, diría que hasta inesperado y que lo afectó sobremanera. Cabe señalar que Donaldo era un muchacho de muy buena presencia y que tenía muchas pretendientes. Había un grupo de cuatro chicas que todos los días pasaban frente a nuestra casa con la excusa de ir a una modista del barrio. No sé cuál de las cuatro lo pretendía, pero supongo que era un acertijo entre ellas, para ver quién lo conquistaba primero. En 1968 la fábrica JD lo premió con un viaje a los Estados Unidos junto con otros empleados, por la buena venta de tractores que había logrado desde que lo asignaron a esa área. Viajó por quince días con su esposa y un diario de los Estados Unidos le hizo un reportaje atento a que en esos días se realizaban elecciones y uno de los candidatos era George Wallace. Después del premio, la empresa JD, lo destinó a la ciudad de Resistencia, Provincia de Chaco, para que incursionara en la venta de tractores en aquella zona impulsada por la conformación de las Ligas Agrarias de campesinos y productores rurales que se produjo en la región nordeste de Argentina en la década de 1970. Años más tarde renunció a la empresa y se dedicó a fabricar muebles por encargo. El emprendimiento prosperó, hasta que se instalaron en la ciudad de Resistencia fabricantes de muebles en serie, lo que hizo que su trabajo artesanal se viera en inferioridad de condiciones competitivas y debió cerrar la fábrica. Esto lo digo sin mucha precisión porque nunca supe realmente lo que sucedió. Una vez que se jubiló se instaló en su Venado Tuerto natal, donde proyectaba quedarse, pero su estado físico no estaba como para defenderse solo y debió ceder a fijar residencia en la ciudad de Resistencia donde es asistido por la familia de su hija. En tanto su esposa permanece en su ciudad natal, Rosario, Santa Fe. Donaldo y Juana María tuvieron dos hijos: Debora y Pablo, ambos con descendencia.
 

e)     Mary Sheila “Shila” nació el 11 de octubre de 1936. Soltera. Recatada, silenciosa, prolija. Exquisita repostera y excelente modista. De jovencita se dedicó a levantar puntos de media, una actividad de mucha demanda que le permitió obtener ingresos personales. También confeccionó camperas de carpincho para un comerciante dedicado a la venta de artículos regionales autóctonos, quien quiso contratarla para la confección exclusiva de estas prendas dada la gran demanda que tuvo merced a la buena confección. Pero ella no quiso comprometerse por considerar que, por la delicadeza y el tiempo que demandaba su factura artesanal, además de restarle tiempo para otras actividades, no era rentable.  Además de cursar el ciclo primario particular con la señorita Dora Iturbide, concluyó sus estudios en el Colegio Santa Rosa donde fue considerada una alumna excelente. Muchos años más tarde, allá por el año 2010, me encontré en la ciudad de Buenos Aires con quien fuera una de sus maestras de entonces, la señorita Rostán. Ella fue la que me dio detalles sobre Shiela que yo desconocía. Guardaba de ella los más lindos recuerdos de su paso como docente del Santa Rosa y me amplió detalles sobre su personalidad. Su prolijidad, su comportamiento mesurado, de mucha calidez personal. Shiela fue la que asistió a nuestros padres y a nuestros hermanos Eduardo y Eileen hasta el fin de sus días. De una memoria prodigiosa, recuerda los hechos familiares con precisión y es a quien recurro para que me informe sobre hechos y acontecimientos familiares que escapan a mi memoria. En su juventud tuvo infinidad de pretendientes, pero ninguno prosperó en sus intentos. Nunca supe por qué de esas frustraciones, pero presumo que se debió a una educación cultural muy rigurosa en la que fuimos educados.

 

f)       Patricia Moira, “Pachi” nació el 2 de marzo de 1940 en Venado Tuerto. Soltera. Su apodo viene del diminutivo de Patricia “Patsy”. Con Patricia éramos muy compinches. Siempre peleábamos, pero siempre estábamos juntos. Comenzó a trabajar en el estudio jurídico del Dr. Adhemar Sarbach y el escribano Alcides Parrier en la década del 60. La secretaria del estudio, le cedió el lugar cuando entró a trabajar al antiguo “Hospital Ferroviario” de calle Mitre donde Pachi también estaba anotada entre las aspirantes a ingresar; ambas eran hijas de empleados ferroviarios que tenían prioridad para el ingreso. Desde entonces Pachi trabajó para ese estudio jurídico donde también ingresó el joven abogado Carlos Martín que continuó como titular después del fallecimiento del Dr. Sarbach y luego del escribano Perrier. Pachi siempre trabajó en ese estudio hasta su jubilación, aunque prosigue aún trabajando cuando estoy escribiendo estas líneas, octubre de 2023. En los ámbitos tribunalicios donde se desenvuelven las actividades de los abogados, Pachi es muy conocida y elogiada porque, al decir de una renombrada abogada, es la “asesora” de muchos jóvenes profesionales de la abogacía que desconocen las múltiples alternativas que en la práctica se requieren para el ejercicio de la profesión. “Sabe tanto, o más, que muchos abogados”, me dijo la procuradora, cuando en cierta ocasión un joven abogado se enredó con un expediente y Pachi lo ayudó a sortear una instancia complicada. Ella se encargó de todos los trámites administrativos de la familia, pago de impuestos, contratos, patentes, sucesiones; resumiendo: todo lo que demandara trámites burocráticos. Logró movilizarse por su cuenta, sin necesidad de dependencia, adquirió su propio automóvil y ayudó económicamente a quien se lo pidiera, entre los que me encuentro yo mismo. Junto con Eileen viajó en dos ocasiones a Irlanda donde conoció a familiares de nuestro padre y recorrió la isla de la mano de John McCorcmack, esposo de Josephine Wallace. Pachi también viajó a Europa e Israel con el Coro Juan Sebastián Bach, en esos años dirigido por Mario Zeppa.

g)     José Brendan nací en Venado Tuerto el 1º de marzo de 1942. Contraje matrimonio el 16 de enero de 1971 con Teresita Luisa Acosta, nacida en Venado Tuerto el 15 de mayo de 1950. En mi barrio era conocido por el apodo de “Yoyi” que proviene del diminutivo del inglés “Josie”. No seré yo precisamente quien me describa. Simplemente diré que, si volviera a nacer, no haría las muchas macanas que hice en mi vida. En principio me dedicaría a estudiar, tal como lo pretendían mis padres, pero por distintas circunstancias no lo hice. Siempre digo que el “bienestar” hizo que no ambicionara alcanzar una profesión. Cuando comencé a trabajar (1960) ganaba un muy buen sueldo, lo que me permitió independizarme, viajar, comprar una cámara fotográfica, una filmadora, conocer por primera vez la provincia de Córdoba, Mendoza y recorrer el norte hasta Jujuy. Antes de eso, el lugar más alejado a Venado Tuerto que conocía era la ciudad de Pergamino, donde iba con mis padres de visita a la casa de la familia Leonard, primo de mi padre. Fui a la ciudad de Buenos Aires por primera vez cuando hice el servicio militar en Campo de Mayo (1963/64). De jovencito participé activamente junto con mi hermano Eduardo en la Acción Católica. Más tarde milité en la Unión Cívica Radical antes de cumplir mis 18 años bajo la tutela del profesor Leonardo Priotti. Después de la dictadura, en 1982 integré el movimiento Renovación y Cambio que lideraba el Dr. Raúl Alfonsín y formé parte del consejo directivo del comité después del triunfo interno. Cuando se constituye el Concejo Municipal en diciembre de 1983 y con el acuerdo de todos los partidos políticos representados, fui nombrado secretario, lugar que ocupé hasta diciembre de 2004 cuando me acogí a la jubilación. Junto con mis hermanos Eduardo y Patricia, integré el Coro Juan Sebastián Bach cuando era dirigido por María Esther Boyle “Polola” y Elsa Solís. También asistí a cursos de literatura dictados por Mirley Avalis, donde aprendí mucho de lo poco que sé de literatura. Antes, en el secundario, tuve a un excelente profesor de literatura, el Hno. Ceferino del Colegio Sagrado Corazón a quien recuerdo con especial afecto.  Los libros de literatura e historia fueron mi debilidad. Cuando mi tío Eduardo dejó la casa que habitaba en el campo de San Eduardo, a la sazón la casa de mis abuelos, me hice de unos cuantos libros antiguos. Muchos religiosos, otros de historia y también algunos de literatura. Todos impresos en inglés. Entre esos libros encontré uno escrito por un tal John Macnie. Un día, me puse a leer el libro y comencé a internarme en la vida de este irlandés que contaba el inicio de su aventura por Sudamérica y relataba hechos ocurridos en Venado Tuerto. Entusiasmado con sus relatos, me entregué a su traducción en base a mis escasos conocimientos del idioma shakesperiano y cuando todavía no existían aplicaciones traductoras en la web, sistema que es de gran ayuda para los novatos en idiomas; así logré mi propósito. Un concejal justicialista aficionado a la lectura, por azar se encontró con mi trabajo y quedó fascinado. Entonces me propuso imprimirlo. Pero en ese momento el presupuesto del Concejo Municipal era muy exiguo, entonces cuando ingresó como diputado provincial, hizo las gestiones para que la legislatura lo declarara de interés educativo y logró que se imprimiera la primera edición.  Luego vino la 3ª edición en 2014. En cuanto a mi vida personal, que fue muy complicada, logré formar familia. Tenemos dos hijos José Ignacio y José Eduardo. Como padre no puedo menos que decir que son dos excelentes personas y buenos profesionales. Finalmente y para terminar diré que cumplì uno de mis sueños: visitar irlanda y conocer la granja donde nació nuestro padre y que hoy habita mi primo hermano Peter James Wallace. Visité Irlanda en tres oportunidades y no descarto una cuarta antes de mis 83. El primer viaje fue un regalo que me hizo mi hijo José Ignacio que había estudiado en la Universidad de Dublin a fines del siglo XX y allí se contactó con todos nuestros familiares con los que, hasta el día de hoy 16 de febrero de 2024 seguimos comunicados.


Esto continúa y algunos textos serán modificados en caso de sugerencias y correcciones que puedan aportar los descendientes de cada uno. La finalidad de este blog es dejar un registro para guía de quienes quieran incursionar en la historia familiar de los Kenny




[1] Ver cronología de las dos primeras excursiones a los campos de Venado Tuerto. https://primerasexcursiones.blogspot.com/ y “La Verdad Histórica sobre el fundador…” pág. 36  1ª edición de Leoncio de la Barrera.

[2] Historia de la Catedral de Venado Tuerto, (pág. 20 – Tallere Gráfico Se&Se enero de 2000)

[3] Laurence Ginnell era el segundo representante diplomático irlandés que llegó a Buenos Aires en 1921 con el propósito de recaudar fondos destinados a la causa republicana.

 Sepultura en Cementerio de Venado Tuerto. “FAMILIA F. CHAPMAN -Hay una placa: LUCY CHAPMAN †10/5/1985 a los 66 años. Recuerdo de sus hijos, hijos políticos y nietos”. Se trata de una familia de origen inglés o de Irlanda del Norte, cuyo padre trabajó en el ferrocarril. Era conocido de mi padre. Personalmente conocí a la señora mayor cuando estaba postrada en un sillón hamaca y conversé con ella en varias ocasiones. Vivían en calle San Lorenzo entre Sarmiento y Garibaldi

LOS KENNY HEVEY

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